Correcciones en clase de Noe Blanco

Parece que fue ayer cuando doce valientes alumnas y alumnos, comprometidos hasta las trancas con la tipografía, decidieron dedicar por entero sus fines de semana y su vida social de los siguientes tres meses al estudio intensivo de la tipografía. Parece que fue ayer cuando escribimos este post anunciando que se avecinaba la tercera edición del Curso de Tipografía Digital organizado por La Familia Plómez en «fatal maridaje» con Unos Tipos Duros. Parece que fue ayer por lo intenso, apasionante y enriquecedor que me ha resultado pasar las 120 horas del curso conviviendo y aprendiendo con gente tan sabia y que ama las letras tanto como yo. Sí, es inevitable apasionarse cuando se comienza a vislumbrar ‘eso’ que llevas años persiguiendo y que durante la mayor parte del tiempo no ha sido más que un sueño borroso, una aspiración difusa, un lugar impreciso en el horizonte. Pero tras estas 120 horas, ese lugar se ha hecho, cómo decirlo, real, tangible, se puede ver con nitidez, incluso se puede oler. Porque, para un diseñador de tipos, la tipografía es algo que atañe a los sentidos tanto como al intelecto. Sus orígenes son pura materialidad, artesanía, madera, plomo, trabajos hechos con las manos en los que la precisión se conjugaba con la fuerza bruta, había que prensar a base de músculo. Los siglos han pasado, pero la esencia permanece intacta. Puedes leer este texto gracias a la labor encadenada durante cientos de años de hombres y mujeres empeñados en perfeccionar el arte de construir letras.

Diseñar una tipografía es un viaje. Como cualquier viaje que se precie de veras de serlo requiere, en primer lugar, tiempo. Viajar despacio, prestando atención a todos y cada uno de los detalles, pues cada letra, cada signo tipográfico, tiene vida y, por lo tanto, dignidad por sí mismo, y a cada uno de ellos hay que prestarle la debida atención.

Un viaje también es una experiencia subjetiva que necesariamente ofrece significados diferentes para cada viajero, pues las perspectivas, los enfoques, las expectativas, son personales e intransferibles. Por eso, ahora se hace necesario para poder contar qué ha significado para mí este curso que pasemos de la habitual forma plural al singular, primera persona del singular, más directa, más cercana.

Museo Imprenta Municipal-Artes del libro, Madrid

Lo primero que quiero resaltar es la organización del temario, eficaz y muy cómoda para el alumnado, que comienza con una panorámica histórica de la tipografía absolutamente necesaria para adentrarnos con garantías en una disciplina tan exigente como esta. Y esta parte del temario se hace todavía más apasionante y sugestiva si quien la imparte es un motivador como José Ramón Penela, uno de los fundadores de Unos Tipos Duros, referente tipográfico donde los haya. De ahí pasamos al manejo de Glyphs, el programa de edición tipográfica, de la mano de Juanjo López «Juanjez», para ir soltándonos poco a poco entre nodos y curvas bezier. Y entre teoría y teoría, un hueco para la improvisación, un safari tipográfico, una clase de Pablo Gámez sobre fuentes variables, una cervecita, o una visita a la Imprenta Municipal de Madrid.

Seguidamente, para continuar asentando unas sólidas bases conceptuales y técnicas nos detenemos en comprender y practicar caligrafía y lettering con dos maestros de la categoría de Joan Quirós e Iván Castro, a quienes dedicamos aquí en Rayitas sendos artículos. Con Quirós (caligrafía) y Castro (lettering) nos fuimos directos a las raíces, aprendimos los orígenes de las letras, el porqué de los trazos, de los espacios, de los contrastes, el dúctil… Trabajamos la conexión directa que existe entre lo hecho directamente con las manos, con todas sus maravillosas y expresivas imperfecciones, y el cerebro; el fructífero canal sensorial del aprendizaje.

Clases de lettering con Iván Castro

Clase de caligrafía carolingia con Joan Quirós

Clase de caligrafía cancilleresca con Joan Quirós

Como colofón al fundamental episodio de los orígenes y fundamentos de la tipografía, asistimos a un taller de tipos de plomo en la casa de los Plómez, impartido por Roberto Gamonal y Vero Gorri. Componer como se ha hecho toda la vida, eligiendo minuciosamente cada letra, comprendiendo de manera tangible la importancia capital del espacio vacío entre letras, entre palabras, el proceso de entintando y después, al fin, la obra acabada en las manos. Qué bien se comprende cuando se ha tenido el control directo de todo el proceso.

Taller de composición en plomo en la Familia Plómez

Primer párrafo compuesto en plomo del día

La primera parte del curso, imprescindible, nos puso los pies firmemente sobre la tierra, en contexto, y sabiendo a lo que nos enfrentábamos, el difícil arte de la tipografía.

Diseñar una tipografía

Ahora comienza la ardua y crucial etapa en la que hay que hallar un concepto, un estilo, unos usos y, por supuesto, un nombre —qué difícil tarea la de nombrar—, y que todo adquiera sentido, sea coherente, unívoco, armónico.

Entra en escena el maestro Andreu Balius, y con él hay que dejar de lado las dudas y las imprecisiones y ponerse a trabajar. Balius será el director del proyecto tipográfico que cada alumno vamos a emprender. Ascendemos. Comenzamos a trabajar nuestras ideas sobre la palabra «alpino». Las cumbres ya no tienen por qué darte vértigo. Hay que atrapar la idea de un conjunto de letras que comiencen a tomar forma, a ser familia.

Primeros bocetos a mano o primer «alpino»

Primeras correcciones

Idas y venidas durante días. Zozobras. Las ideas dibujadas o las que tengo en la cabeza no aparecen en la pantalla tal y como las había imaginado, una vez digitalizadas, ni tampoco parecen pertenecer al mismo alfabeto, ya sea por consistencia formal, por grosor en los trazos, por idas de olla… ¡Qué difícil, pero qué difícil es que todo tenga sentido! ¡Qué disciplina más amante de los mínimos detalles, de los más ínfimos movimientos! «Un pelín a la derecha, pero cuando digo un pelín, quiero decir 5 unidades de eme», dice Andreu. Mirar y mirar y remirar y pasar a otra letra para no volverte loca. O hacer 20 copias de la misma letra en menos de 5 horas. Podría resumir el curso en números: 100 pares de kerning, 80 menciones a Karen Cheng, 50 copias de la letra «S» por semana, 15 horas de clase concentradas en tres días, 10 cambios en menos de dos horas antes de mandar la corrección semanal a Andreu, y un número impreciso de bolsas de magdalenas, cruasanes, tortas, galletas, y, claro, unos cuantos litros de café para aguantar el tirón cada fin de semana.

Intercambios de ideas

Las clases con Andreu, con Juanjez o con la maravillosa Noe Blanco, que nos dejó a todos impactados por la profundidad y sutileza de su conocimiento tipográfico, se van adensando; se vislumbra un sentido, una unidad, una tipografía coherente. Es emocionante. Cada vez que alguno de ellos se sienta contigo a valorar lo hecho hasta ese momento o para corregir algún detalle en concreto es un punto de inflexión, un antes y un después, una ventana que se abre. Casi sin darte cuenta, de manera progresiva, natural, empiezas a aguzar el ojo, a reconocer los fallos, a ver más allá de lo que nunca antes habías visto. Sientes que realmente progresas, no solo en clase, también en el trabajo, en la calle. Saber a fondo de tipografía te hace mucho mejor diseñador, de eso ya no tengo ninguna duda.

Impresiones para corrección

Y por fin, ese momento, ese gran momento en que tecleas una palabra, una frase, un texto que se puede leer, ¡y esas letras las has diseñado tú! Aunque todavía queda camino por recorrer —principalmente de espaciado y pares de kerning—, porque nadie dijo que podrías diseñar una tipografía en 120 horas, has conseguido tu primer alfabeto con (un poco de) sentido y coherencia. Ay.

Y he aquí el resultado. Estas son las letras que han diseñado los 12 valientes que durante tres meses nos hemos dejado la piel. Juzgad vosotros, pero sed benévolos, que aún nos queda mucha tela que cortar. Esto sólo es el principio.

Ganso, de Mario Sánchez

Ganso es una tipografía para texto corrido diseñada tomando como referencia la desarrollada en el siglo XVIII por el punzonísta e impresor murciano Antonio Espinosa de los Monteros (1732—1812) para la edición de títulos como el Salustio de 1772 impreso por Joaquín Ibarra, una de las obras de la tipografía española más distinguidas del siglo XVIII. En palabras de Mario «La tipografía de Espinosa, aunque no comparte la calidad de las producidas por algunos de sus coetáneos como Eudald Pradell (1721—1788)  o Jerónimo Antonio Gil (1731—1798), si que tiene un encanto especial en las formas que hizo que me fijara en ella.»

Copla, de Ana Linde

Tipografía pasional diseñada por Ana Linde para cantar penas y alegrías con frases cortas y en cuerpos generosos. Inspirado en Ojos verdes, Tatuaje o La bien pagá este trabajo quiere trasladar a la forma tipográfica la esencia lírica y musical de la copla, y para ello mezcla remates sinuosos y cortantes. La lágrima evoca el característico caracolillo en la frente de las tonadilleras. Sus principales referentes tipográficos son la cubierta del disco Canciones Populares Antiguas (García Lorca y La Argentinita) y Corvinus, de Imre Reiner. Con aire retro pero los pies en el siglo XXI nada le haría más ilusión que escribir “Silvia Pérez Cruz”, “Juan Perro”, “Carminho”…

Joselito, de Laura Sahagún

Joselito es una tipografía display, alegre y expresiva, y está inspirada en el lettering de los carteles de cine (especialmente, en el de los que salieron del madrileño taller de Jano), las cabeceras de tebeos, las revistas juveniles y los anuncios impresos de las décadas de los cincuenta y los sesenta. Sabe que no es la más perfecta de las tipografías, ni, de momento, la más completa, pero aún así es coqueta, voluptuosa y consigue hacerse admirar. A su manera, es una tipografía bailonga y de aires pop, pero sus esencias son tan castizas como las del sereno, el Seat 600 o el Zotal. En resumen: Joselito es moderna, pero española.

Clarisse, de Juan Medina

Clarisse es una tipografía romana de transición, con serifs amplios, terminales redondeados, alto contraste, un eje de modulación casi vertical y ascendentes y descendentes generosos. Elegante y un poco condensada funciona de forma correcta en bloques de texto aunque se desenvuelve mejor en cuerpos grandes, titulares…

Para Juan, «La elección de la realización de esta fuente vino motivada por el acercamiento a la caligrafía y las tipografías clásicas, la vehemente exaltación de J. R. Penela hacia la Historia tipográfica y la necesidad de aprender las normas antes de intentar transformarlas.»

Lontano, de Lourdes García Traverso

Lontano es una tipografía para texto pequeño que aplica la teoría de la fórmula-M de W.A. Dwiggins. La misma consiste en reducir las formas de los caracteres a sus características más distintivas y acentuarlos con trazos angulosos y muy marcados. De esta forma, a determinada distancia, se engaña al ojo haciéndole ver curvas donde no las hay. Lontano (que significa “lejos” en italiano) es una tipografía robusta, potente y con personalidad que tiene buena lectura para texto pequeño. Como buena tipografía de texto, quiere ser funcional, por lo tanto, queda por desarrollar su variable bold y sus respectivas itálicas.

Alergia, de Gonzalo Calvo

Alergia es una sans serif geométrica cuyos objetivos comunicativos se centraron en la versatilidad, una legibilidad óptima y sobre todo, «ser una tipo segura de sí misma». Alergia se inspira en la Bauhaus y en tipos referentes de la época como la Futura, Avenir o Century Gothic. Alergia destaca por su generosa altura de x y la misma altura tanto para mayúsculas y ascendentes.

Lämpe, de Marisa Marín

Lämpe surge de la inspiración directa en la tipografía moderna y el art nouveau: de las portadas dadaístas de la revista Merz a los carteles industriales de Peter Behrens para la marca de electrodomésticos AEG.

El resultado es una tipografía de base geométrica, de tipo display y poco contraste que destaca por la anchura de sus capitales y el amplio ojo medio. Lämpe intenta capturar así el espíritu creativo de los años 20 en el norte de Europa.

Grisú, de Nacho Fernández

Grisú es una tipografía sólida, grotesca, diseñada para tiempos volátiles, perfecta para escribir comunicados, pasquines y «amenazas al patrón», puesto que Grisú es un homenaje a los mineros, los forajidos, los taberneros y a cualquier vida que prospere en la cuenca minera asturiana. A toda esa gente que fue por el sustento y se quedó por el clima.

Mole, de Nico Mendoza

Mole destaca por sus formas rotundas pero llena de remates y contrastes pronunciados que le aportan una apariencia más grácil. De modulación vertical, Mole combina trazos orgánicos y suaves con otros más propios de la caligrafía. Una tipo muy display perfecta para identidades corporativas, titulares y otros menesteres donde la tipo se muestre en todo su esplendor.

Patrono, de Noel Lago

Patrono es una sans serif geométrica destinada al mundo digital aunque puede tener presencia offline para display y títulos. Con una gran altura de x, Patrono destaca por tener unas descendentes y ascendentes poco pronunciadas, algunas letras con remates, siendo éstas, pequeñas referencias caligráficas y trazos curvos con cortes para acentuar su legibilidad.

Fento, de Josetxu Piñeiro

Fento es una exploración tipográfica a través de los contrastes. Un sistema propio y diferente construido a partir de una tipografía grotesca. Sin duda, el proyecto más atrevido y experimental del curso. Debido a su alto contraste, Fento está diseñada para su uso en tamaños grandes y titulares.

Silera, de Ana Moliz

Silera surge del descubrimiento del único ejemplar que se conserva de rotulación de calles del siglo XIX en la villa de Benamejí, provincia de Córdoba. Silera es una interpretación basada en las pocas letras que se hayan en esa placa de rotulación, desarrollando a partir de ella un alfabeto completo en el que también están presentes influencias de las tipografías Scotch Roman, populares a principios del siglo XIX. Silera hace gala de un alto contraste junto con exuberantes remates y gotas que le aportan rotundidad y elegancia. Destinada a la rotulación y a la creación de titulares y textos de gran tamaño, Silera es ideal para anuncios, programas de fiestas y cartelería.

Mi eterno agradecimiento a mis profesores por «enseñar deleitando» y a mis compañeros de este fantástico viaje tipográfico: Ana, Laura, Gonzalo, Noel, Lourdes, Nico, Mario, Juan, Marisa, Nacho y Josetxu. ¡Larga vida a las letras!

Tercera promoción del Curso de Tipografía Digital de la Academia Plómez y Unos Tipos Duros, Madrid, 2018