Es posible que las letras sean uno de los inventos más refinados y complejos que ha ideado la mente humana. Mediante la combinación de un pequeño número de signos gráficos, que la mayor parte de las veces pasan completamente desapercibidos, el ser humano ha conseguido preservar el conocimiento y transmitirlo a través del tiempo. Pero las letras poseen un inmenso valor por sí mismas, más allá de sus significados; objetos gráficos que pueden llegar a ser, en las manos adecuadas, de gran belleza formal. Es el caso de Joan Quirós, calígrafo, que ha buceado en las infinitas estructuras de las letras, investigando incansablemente en sus formas puras, en la relación que se establece entre ellas, en sus equilibrios y contraformas, en la belleza intrínseca del gesto.

Rayitas Azules: En alguna ocasión has comentado que tras realizar un taller con Iván Castro en 2012 se despertaron en ti ciertas inquietudes respecto a la caligrafía y desde entonces la empezaste a ver de otra forma. ¿Cómo fueron tus inicios en caligrafía y el lettering?

Joan Quirós: Mis inicios fueron bastante frustrantes, sobre todo con la caligrafía, ya que la curva de aprendizaje es mucho más larga que con el lettering. Recuerdo aprovechar algún domingo por la tarde para intentar copiar las letras de un manual de caligrafía que me regaló un amigo y no durar más de 20 minutos delante del papel. Al ver los resultados tan desastrosos comparados con los modelos del libro, abandonaba la pluma y pasaba a otra cosa, ya que carecía de un método de aprendizaje.

Con el lettering fue todo un poco más natural, fui mejorando de una manera más rápida y, además, contaba con el apoyo de la caligrafía.

RA: La caligrafía no se convierte en una profesión de la noche a la mañana. ¿Cómo fue el camino hacia la profesionalización?

JQ: Mi profesionalización dentro del mundo de la caligrafía surgió sin apenas darme cuenta. En 2013, yo era socio fundador de Voltio, junto a mis amigos Santi Usano y Chris Lago, entonces, la caligrafía no era más que una forma de tener ocupadas mis manos después de las largas jornadas en el estudio pegado a la pantalla. Para mí, tuvo un “efecto bola de nieve”, llegaba a casa a las 20h., me ponía a escribir, y cuanto más practicaba más me enganchaba, yéndome a dormir más allá de las 2 de la madrugada. Poco a poco, iba mostrando resultados y procesos en las redes sociales y fui recibiendo encargos, hasta llegar a implementar los servicios de caligrafía dentro del estudio, junto a los de ilustración y lettering.

RA: En una entrevista que hiciste en 2014, no querías llamarte calígrafo. Han pasado 4 años ¿te consideras calígrafo ya? ¿Cómo te definirías profesionalmente?

JQ: Yo creo que a estas alturas ya podría considerarme calígrafo, aunque muy pocas veces lo digo, sobre todo a gente que es ajena a profesiones artísticas o de diseño, ya que cuesta tanto de explicar que acabo antes diciendo que soy diseñador.

Técnicamente hablando, siempre me defino como profesional independiente especializado en caligrafía y lettering, no por sonar grandilocuente o efectista, sino para evitar utilizar la palabra “artista”, ya que trato de abordar los proyectos desde la perspectiva de un diseñador.

RA: El pasado y el presente se funden con naturalidad en tu estilo. ¿Existe la innovación en caligrafía o esa supuesta innovación reside más bien en el estilo personal e intransferible de cada calígrafo?

JQ: Existe la innovación dentro de la caligrafía, pero es mucho más lenta de lo que a muchos y muchas les gustaría, no se puede tratar de dar un giro radical de la noche a la mañana a algo que ha tardado siglos en evolucionar, como lo ha sido el desarrollo del alfabeto latino.

Independientemente de esa evolución, está la mano de cada calígrafo, que va evolucionando a la vez que lo hace la persona, junto al trasfondo personal, cultural y los referentes de cada uno. Es toda esa unión de elementos la que hace que un calígrafo tenga unos gestos determinados.

RA: Del spray a la péndola con toda naturalidad. ¿Cómo crees que la eclosión del graffiti ha influido en la caligrafía? Y viceversa, ¿qué ha aportado la caligrafía al mundo del graffiti?

JQ: Personalmente, el graffiti fue primer contacto con el dibujo de letras que tuve y es el punto de partida para muchas otras personas que han terminado viviendo de otras disciplinas como el tatuaje o la ilustración.

Desde mi perspectiva personal, caligrafía y graffiti son cosas totalmente diferentes. Sí que es cierto que en el graffiti existe el elemento escrito, que es el tag, pero técnicamente es mucho menos complejo que la caligrafía, ya que se omiten factores como el ángulo en el que se coloca la herramienta, la estructura de la letra o la legibilidad.

Tampoco soy amigo del calligraffiti, me parece más bien un término comercial y una excusa para hacer letras mal estructuradas y mal espaciadas repletas de elementos decorativos.

RA: Siguiendo una práctica ancestral, como los pintores que se fabricaban sus pinturas, a veces,  elaboras tus propias tintas. ¿De qué modo dirías que influye en el resultado final este, digamos, control de todo el proceso?

JQ: No es algo que me pueda permitir hacer todos los días, pero disfruto mucho más el acto de escribir con tintas que he hecho o mezclado yo mismo. Tener en tus manos todo este control del proceso te permite determinar el grado de intensidad y de opacidad de la tinta, así como su durabilidad y su comportamiento sobre la superficie que estás escribiendo.

RA: Continuando con los materiales, ¿qué herramientas te gusta más usar? ¿Experimentas con los materiales y las herramientas en busca de nuevos resultados?

JQ: Disfruto mucho escribiendo con plumas metálicas tradicionales o con plumas de ave, ya que tienen un tacto y un comportamiento que los rotuladores y otras herramientas más modernas no poseen. Me gusta mucho utilizar también herramientas alternativas como las plumas hechas con lata de refresco, es una herramienta que has construido con tus propias manos y, como tal, cada pluma tiene su propio gesto y su propia personalidad.

RA: Una herramienta indispensable para los diseñadores es el ordenador, el universo digital. ¿Cómo ves tú la relación entre lo digital y la caligrafía?

JQ: En la actualidad, renunciar al ordenador como herramienta es inviable, sobre todo si trabajas a distancia con clientes de fuera. En mi caso, el 95% de los proyectos que desarrollo para clientes acaban pasando por las herramientas digitales, ya que requieren de un tratamiento posterior, ya sea vectorización, aplicación al producto o simplemente tocar ligeramente el contraste y enviárselo al cliente.

RA: Sueles afirmar que la mejor manera de entender la tipografía es a través de la caligrafía. Evidentemente, estas disciplinas forman parte de un mismo tronco común. Nos gustaría saber tú opinión.

JQ: En mi caso, la caligrafía me ha ayudado a comprender e interiorizar los conceptos básicos de estructura, contraste y espaciado en la tipografía. Hay que tener en cuenta que los primeros tipos fueron creados tomando como base la caligrafía para así poder crear libros de una manera más rápida, por lo que, en mi opinión, es una de las mejores formas de adquirir ciertos conceptos tipográficos básicos.

RA: Cada vez se escribe menos a mano en general, pero paradójicamente, el uso y la práctica del lettering y la caligrafía pasan por momentos de gran popularidad. ¿Crees que podría haber relación entre ambas circunstancias?

JQ: Pienso que ambas cosas están relacionadas. Ahora la gente se comunica a través de las pantallas y tecleando con los dedos y, como yo en su día, las personas acaban tan saturadas de tanto pixel y comunicación virtual que optan por realizar actividades manuales como pasó hace unos años con la caligrafía y el lettering o como está ocurriendo actualmente con la cerámica.

RA: Imagino que serás abiertamente favorable a que se imparta caligrafía en las escuelas. Según tu experiencia, ¿cómo beneficia esta práctica en la educación de los más pequeños?

JQ: ¡Por supuesto! En la sociedad actual existe un gran desconocimiento sobre los aspectos más básicos en la escritura y, parte de la culpa de ello, la tiene la progresiva desaparición y degradación de la caligrafía en la escuelas, por eso también se ven las atrocidades que hace la gente con los rótulos de sus negocios o los carteles.

Por otro lado, nuestra cabeza funciona de manera muy distinta al escribir a mano, prestamos mucha más atención al contenido que estamos elaborando, siendo conscientes de que, si nos equivocamos, vamos a tener que volver a empezar de nuevo para tratar de subsanar ese error. De esta manera, pensamos mucho más en lo que estamos escribiendo.

RA: Todo el que tenga interés por acercarse o dedicarse a la caligrafía ¿por dónde debería empezar, además de leer muchísimo? ¿Es conveniente acercarse a la caligrafía por algún estilo concreto?

JQ: La mejor información sobre la caligrafía sigue residiendo en los libros y no en las redes sociales. Aparte de eso, ayuda muchísimo el indagar en manuscritos de diferentes épocas para estudiar las raíces de cada estilo de escritura y llevarnos esa información a nuestro terreno.

Uno de los mejores estilos para comenzar a hacer caligrafía es la Carolina, ya que, al ser la escritura más básica de todas, sirve para adquirir los conocimientos más esenciales a la hora de profundizar en otros estilos de escritura que históricamente le suceden.

RA: ¿Cuáles crees que pueden ser las cualidades que debería poseer alguien que quiera profundizar seriamente en la caligrafía?

JQ: Principalmente la curiosidad, disciplina y, sobre todo, mucha constancia.