Cada época posee sus propias tendencias estéticas que la definen. Estas tendencias no germinan por generación espontánea. Se manifiestan por la confluencia de una serie de factores entre los que destacan principalmente los avances técnicos que las hacen posibles y las realidades sociales, políticas, económicas y culturales que les dan forma y profundidad.

Si analizamos el presente bajo este prisma, nos daremos cuenta enseguida de que la aceleración de los avances tecnológicos —con la IA a la cabeza— están provocando una auténtica revolución visual. A su vez, desde que comenzó el siglo XXI estamos inmersos en una convulsa actualidad sociopolítica mundial que, grosso modo, lo está poniendo todo patas arriba, y que, lejos de amainar, cada día parece ir a más. Ambas circunstancias interactúan y se retroalimentan; son causa y a la vez efecto la una de la otra.

¿Y qué nos dice la tipografía de todo esto?

El diseño gráfico y la tipografía —y el universo de la cultura visual en general— son un reflejo del mundo en el que surgen y en este agitado y salvaje mundo de 2024 es imposible, a mi juicio, destacar una tendencia por encima de las demás, posiblemente como consecuencia de la agitación social. Llevamos años haciendo estos ejercicios de recapitulación y después de este tiempo es posible concluir que la tendencia tipográfica predominante es que no hay tendencia tipográfica predominante.

A lo largo de este artículo, vamos a repasar algunas tendencias, corrientes o movimientos tipográficos que nos parecen significativos y que, bajo nuestro punto de vista, son los que marcan el presente. Como hemos dicho en alguna ocasión anterior, no tenemos afán de exhaustividad, sino que lo que pretendemos no es más que esbozar un retrato tipográfico personal de la actualidad, tal vez como excusa para hacer algo que adoramos: hablar de tipografía.

Tipografías invertebradas

La tipografía solía tener esqueleto. Durante siglos ha sido sinónimo de solidez, de precisión arquitectónica. Pero ya no es así. Las dos dimensiones ya no son lo que eran. Las letras se vuelven blandas y flexibles, son como burbujas que se hinchan, incluso parece que se van a escapar de la pantalla. Lo que antes parecía anatema ahora se hace con descaro: las letras se deforman y no es difícil sospechar que en ello hay rebeldía y un decidido afán por dejar bien claro que, en realidad, no todo está inventado.

Más es más

Parece existir cierta inclinación por cubrir toda la superficie con letras. El tamaño sí es importante si de lo que se trata es de no pasar desapercibido. Hay cierta urgencia juvenil en estas tipografías sobredimensionadas, como si el mundo fuera demasiado pequeño para mi mensaje. Es esta una pulsión primitiva, y en cierto modo ingenua, lo que la hace irresistible. El tamaño como un valor estético en sí mismo, incluso como mensaje.

Expresionismo tipográfico

En un primer momento hablamos de experimentación. Pero pronto nos dimos cuenta que de lo que se trataba era de expresar emociones a través de la tipografía. Si todo es relativo, la legibilidad también podría serlo en ciertos contextos. El objeto letra es capaz de una inmensa expresividad formal por encima de cualquier otra consideración, reclamando para sí el estatus de artefacto (tipo)gráfico autónomo.

Grid

Observando algunas de la tendencias actuales llega a parecer incluso inverosímil, pero el diseño necesita una estructura subyacente. Porque no puede haber comunicación sin orden. El grid es una herramienta, quizás de las más útiles que existen, pero también puede dar un paso adelante y convertirse ella también en protagonista. No se trata de monoespaciadas, sino más bien de ordenar el espacio de un modo sistemático, aunque dentro de cada cuadrícula pueden suceder cosas inesperadas.

Anotaciones manuales

Sería legítimo afirmar que no hay belleza comparable a la producida por la imperfecta mano humana. Lo escrito a mano es un valor en sí mismo, ya se trate de lettering o de caligrafía. En el universo de la comunicación visual siempre habrá espacio para la impronta manual, incluso para esas letras casuales e ingenuas de las notas escritas a vuelapluma, casi sin mirar, que pueden erigirse también en un estilo en sí mismo.

Ya no existe lo retro

Hemos hablado un poco más arriba de la relatividad de la legibilidad. Sin embargo, si hay algo verdaderamente relativo en el universo tipográfico en el siglo XXI es lo retro. Lo retro ha dejado de existir, afortunadamente. Además, en tiempos inestables y agitados como los actuales, es natural acudir a lo que «siempre» ha funcionado, como si se tratara de buscar refugio o, más bien, de que el suelo no se mueva.

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