Llegamos a la sexta entrega de la serie que dedicamos en Rayitas Azules a las mujeres latinoamericanas en tipografía y, en esta ocasión, nos desplazamos a Ecuador para conocer la originalísima obra de Vanessa Zúñiga.

Ante todo, una humanista

Vanessa Zúñiga se escapa a cualquier intento de definición. No se trata solamente de que la tipografía experimental juegue un papel esencial en su obra o de la creación de patrones y piezas modulares a partir de piezas arqueológicas de culturas ancestrales latinoamericanas; es, sobre todo, la riqueza, ambición y profundidad del planteamiento conceptual de su trabajo. En su universo gráfico se entremezclan tipografía, diseño gráfico, arqueología, antropología e historia. Por ello, podríamos decir que ella es, por encima de todo, una humanista. «Crónicas Visuales del Abya Yala es el nombre que le coloqué hace 14 años a la parte de exploración visual del proyecto de investigación. Es un proyecto personal en el que estoy trabajando desde hace 17 años y que se enfoca en registrar los experimentos que realizo con signos visuales de las culturas originarias de Latinoamérica que he ido recopilando y simplificando a partir del análisis de piezas arqueológicas, textiles, pinturas faciales, entre otros. A lo largo de estos años he demostrado que estos signos pueden ser reinterpretados y reutilizados para crear nuevos símbolos, y compartir, a través de ellos, nuestra historia, mitos y saberes ancestrales, bajo un proceso de recontextualización que permita revalorizar, celebrar, amplificar y traducir globalmente la memoria histórica de Latinoamérica.»

Crónicas Visuales del Abya Yala

Azares

Vanessa Alexandra Zúñiga Tinizaray nació en Loja, una pequeña ciudad al sur de Ecuador. Por uno de esos inesperados avatares de la vida, acabó estudiando Diseño y se enamoró irremediablemente de la disciplina, lo que la llevó, una vez acabada la carrera en su país, a ampliar estudios en la Maestría de Diseño de la Universidad de Palermo, en Buenos Aires, Argentina. «Llegué a la Universidad de Palermo con un retraso de tres semanas por temas de trámites de mi visa de estudiante y cuando llegué todos mis compañeros ya estaban enfocados en sus temas de tesis y yo no tenía ninguno. En esos días tenía que ir a una tienda de antigüedades ubicada en el barrio Recoleta, en Buenos Aires, para agradecer a unos familiares de mi cuñado por ayudarme con un papeleo para ingresar en la Universidad. Cuando estaba frente a ellos, me preguntaron qué tal me iba en mis primeros días en Buenos Aires. Les comenté que estaba un poco perdida con la selección del tema de tesis, que si bien me gustaba leer sobre historia, quería enfocar cosas relacionadas con la mitología griega y el diseño .Tengo tan presente en mi mente su expresión, ya que eran dos personas las que estaban frente a mí, que se miraron entre sí. Uno de ellos se acercó a su estante de libros y sacó un vetusto libro de Ricardo Rojas que se llama “Silabario de Decoración Americana” y me dijo, “toma, míralo”. Abrí el libro y nuevamente no hubo vuelta atrás. Recorrí esa primera vez con mis ojos cada hoja del libro y entendí, sin que me lo hubieran dicho, lo que esa mirada entre ellos significó. “Tenés tanto potencial en la historia de tu país, solo que no te has dado cuenta, y quieres mirar hacia otras culturas que no tienen nada que ver con la tuya.” Esto es lo que yo me imagino estaban pensando, con acento argentino, claro.»

Pero no todo queda ahí. Lo más interesante de los azares de la vida es tener la capacidad para identificar que ese camino que se abre inesperadamente podría ser el de una. «Luego de unos dos meses me ayudaron a conseguir el libro a través de un museo, ya que es una edición vieja y no era tan fácil de obtener. Mientras tanto, el azar hizo que el lugar donde yo estaba viviendo en Buenos Aires, en la calle Charcas, quedara a cuadra y media de la casa-museo de Ricardo Rojas y algunas tardes de invierno fui a refugiarme ahí para poder leer el libro hasta que lo lograse conseguir. Ese fue el inicio de todo.»

Proceso creativo

El planteamiento de Zúñiga es minucioso, muy atento al detalle y con una relación muy cercana a la artesanía, a lo manual —en un sentido conceptual, más allá de las herramientas empleadas—, y con una cierta base en el método científico. «A cada registro que realizo le coloco un número y un nombre. Selecciono una pieza arqueológica por distintas razones, un textil, construcción arquitectónica, pintura facial u otro elemento. Analizo si hay investigaciones del objeto que voy a estudiar, o referencias que me guíen a realizar un ensayo de interpretación, pero normalmente tomo piezas que los museos ya tienen estudiadas. Los museos han mejorado notablemente sus plataformas en línea, eso me ayuda enormemente. La primera fuente que hice fue una mezcla de dos piezas arqueológicas, me demoré como tres meses en hacer las 26 letras, me aburría y volvía. Cuando tuve el resultado la miré y me dije «de acá salen dos fuentes», dejé la una de lado y pulí la segunda. Hasta eso ya estaba en mi registro número 15 y esa fuente se llamó Sara, a la que le tengo un cariño personal porque fue el inicio de mi amor por la tipografía y con la que inicio mi presentación en la charla que tengo destinada para hablar sobre las culturas de los andes y a través de ella cuento un poco sobre la cosmovisión andina.»

Torrente de creatividad

Vanessa es torrencial. El valor de su trabajo está fuera de toda duda, pero su secreto reside en su postura hacia la labor creativa, heterodoxa, desprejuiciada, lejos de imposturas y sin el menor temor a transitar senderos insospechados. Inventar un camino propio y andarlo. Esta es una gran lección.

Además, posee una poderosa voz propia. Merece la pena escuchar lo que nos tiene que contar.

Bifurcaciones

O vasos comunicantes. El trabajo de Vanessa se reparte en diferentes encarnaciones, según su propia naturaleza.

  • «Amuki es un estudio de diseño y laboratorio experimental, un espacio de interacción productiva de saberes, técnicas y disciplinas distintas, pero convergentes, con el objetivo de generar cambios cualitativos en el diseño y en su enseñanza; un espacio para imaginar y diseñar nuevos escenarios, objetuales, visuales y comunicacionales, apto para el despliegue fluido del pensamiento creativo y, a la vez, sensible a las demandas de la sociedad.»
  • «Tras los años de estudio en Buenos Aires, retorné a mi ciudad en el 2007. Durante los primeros cinco años tras mi vuelta, tomé algunos proyectos comerciales y en mi tiempo libre iba realizando los experimentos del proyecto de investigación. Entre crisis personales y superar mis altibajos emocionales, en el año 2012 las cosas cambiaron y el proyecto fue tomando forma y empezó a requerir más tiempo. Poco a poco, dejé de tomar proyectos comerciales para enfocarme en explorar otras áreas, como empezar a aplicar los resultados de las exploraciones en productos, así nació a finales del 2014 mi marca Rukuyaya.» En ese contexto creativo fue donde nació «mi carta de presentación profesional al mundo, el libro Crónicas Visuales del Abya Yala, que en 2014 obtuvo dos menciones en la Bienal Iberomaericana de Diseño, y en el 2017, un Certificado a la Excelencia Tipográfica del Type Directors Club de NY.»
  • «Actualmente, además de estar enfocada en el proyecto de investigación, doy talleres sobre modularidad a través de Zoom a grupos pequeños y en universidades en los fines de semana para poder enfocarme los días de la semana en la investigación. En esta misma línea, doy charlas en eventos de diseño y universidades donde hablo sobre los distintos registros del proyecto de investigación, y a través de ellos he podido conocer a grandiosos colegas que se han convertido en mis amigos.»

Vertiente comercial

«Tengo una tienda online de mi marca Rukuyaya, que nació con la intención de mostrar en mis conferencias los resultados de la investigación, pero en productos reales. Por ahora, por el tema de la pandemia, decidí parar cualquier tipo de producción, pero espero en el futuro poder retomarla. Trabajo con artesanos de mi ciudad y es una experiencia diferente que me hace dejar de estar todo el día frente al computador. En el proceso de desarrollar productos para la tienda, aprendí a bordar con mullos y cuando deseo descansar de lo digital me dedico a mis proyectos tipográficos análogos.»

Tipografía modular

«Una vez que conecté modularidad (a partir de piezas arqueológica motivo de estudio) y tipografía, me adentré en el mundo de la tipografía modular y empecé a estudiar distintas metodologías que me permitiesen trabajar de forma más eficiente. Y, como todo lo que ha llegado a mi vida, no hubo vuelta atrás. Lo he ido perfeccionando a través de estos años, y ahora enseño estas metodologías en mis talleres. En el año 2012 tuve mi primer acercamiento al processing. Me lo mencionó un amigo y me compré un libro llamado Generative Design. A partir de ahí, me empecé a dar cuenta de que había otra forma de trabajar con el tema de módulos que no era hacerlo manualmente uniéndolos uno por uno. Luego me adentré a buscar más metodologías que me pudiesen ahorrar tiempo y las fui sumando a mis experimentos. Así conocí Processing y NodeBox 3, editores de fuentes que me permiten realizar patterns fonts, y cada vez que aprendo algo trato de perfeccionarlo y ajustarlo a mis necesidades para luego enseñar estas metodologías en los talleres.»

Nuevas miradas

«Cuando empecé a visitar los museos nuevamente por el proyecto de investigación fue con otra mirada. El ver una pieza arqueológica desde otra perspectiva y desmenuzarla en mi mente hasta obtener signos primarios es todo un proceso. Puedo estar frente a una pieza algunos minutos, u horas, contemplándola fijamente, pero en mi mente estoy dividiendo los signos visuales en módulos. Tomo fotos o hago bocetos rápidos de los módulos, en mi mente resuelvo todo el sistema que voy a ocupar en Processing o analizo si los resolveré con otra metodología. Ahora los museos han mejorado sus catálogos en línea y eso me ayuda en muchos aspectos, tanto en que las fotografías son muy buenas para ver los detalles, así como la descripción de su posible significado.»

Proyecto Embroidered

El futuro

«Esperemos en un futuro no muy lejano pueda cristalizar el proyecto de crear mi propia fundidora de tipografías experimentales dedicada a las distintas culturas originarias de Latinoamérica. En ella me gustaría que, al adquirir una fuente, se pueda conocer dónde se originó, qué concepto hay detrás de su construcción y la cultura originaria de la cual se hizo la reinterpretación. También espero invitar a otros diseñadores a trabajar en conjunto. Pero primero estoy aprendiendo del proceso de licencias, contratos, cómo se distribuiría a través de la web, entre otras cosas legales. En eso estoy trabajando actualmente.»

Proyecto Nunka Anent

El presente

«Actualmente estoy trabajando en una serie de experimentos alrededor de la cosmovisión de las distintas culturas que habitan el Amazonas. Esta etapa la inicié en el año 2020 y me tomará algunos años, porque, al igual que me tocó con las culturas que habitan los Andes, tuve que introducirme en la cosmovisión de las distintas culturas del Amazonas, y se necesita tener la mente clara para poder entender cada forma de percibir el mundo, sus luchas actuales por defender su tierra del extractivismo, sus temores. En este proceso, conocí el trabajo de un grupo de mujeres que admiro. Se denominan Mujeres Amazónicas, representan el ideal más puro de defensa de la Naturaleza y son víctima de muchos ataques e injusticias. Sus líderes son mujeres preparadas, que manejan las redes sociales increíblemente y que a través de ellas han logrado conseguir ayuda y llamar la atención internacional hacia el Amazonas.»

La mejor educación

«Me encanta dar talleres a las personas que quieren aprender las distintas metodologías que aplico, y más que nada porque son de distintas edades. Tengo el ejemplo de mi padre de que no hay edad para seguir aprendiendo y alimentando el cerebro. Él tiene 72 años y lo veo experimentar con sus circuitos integrados, haciendo carpintería o aprendiendo a programar. Cuando voy a visitarlos y me quedo unos días con ellos, al llegar la noche lo veo instalarse en la sala de estar y colocar sus videotutoriales para, al siguiente día, ponerse a hacerlos. La mejor educación es el buen ejemplo. Así que dentro de lo rara que puedo parecer, sí me gusta estudiar, aprender, experimentar y proponer. Creo que de las cosas que más quedaron en mi mente de las enseñanzas de Gustavo Valdés, mi tutor, fue que «si quieres demostrar todo lo que estás dejando escrito en estos papeles, tendrás que hacerlo”. Y así lo he estado haciendo estos años, porque, como dice mi papá, «el papel aguanta todo, pero si no se enseña con hechos, todo queda en palabras».»