Victoria Gabaldón – Foto de Alexandra Ya

Maternidad honesta. Maternidad brutal. Este es el claim con el que se presenta MaMagazine, un proyecto valiente y muy necesario que busca romper con ese relato edulcorado y, en demasiadas ocasiones, alejado de la realidad que nos cuentan sobre la maternidad.

Victoria Gabaldón es su creadora, directora y editora, y con ella abrimos un nuevo capítulo en nuestra sección de «Mujeres en diseño editorial».

Portada Volumen IV

Vamos a contar verdades

MaMagazine no es una revista sólo para mujeres, aunque un amplio porcentaje de suscriptoras sí lo sean. No es una revista sólo para madres, aunque sean ellas quienes sostienen el proyecto. Y tampoco es una revista sobre crianza, aunque automáticamente sea ahí a donde se nos vaya la mente cuando nos hablan de maternidad.

Si algo sabemos en Rayitas Azules es que salir del mainstream revistil, para sumergirte en el mundo de las publicaciones independientes, permite dar voz a temas poco antes escuchados. Y aquí es donde MaMagazine se tira al barro, cediendo el altavoz a las madres, las grandes olvidadas desde el momento en que termina un embarazo. Y lo hace hablando sobre temas que no siempre son cómodos, pero que merecen ser atendidos.

Hemos tenido la ocasión y el gusto de poder charlar con Victoria Gabaldón, creadora, directora y editora de MaMagazine. La revista, de periodicidad trimestral, nació primero como proyecto online para saltar al papel gracias a un crowdfunding, y ha dado ya su primera vuelta al sol en este formato impreso.

Victoria Gabaldón junto a Sara Martín, escritora y colaboradora de la revista

El germen

Rayitas Azules: Empezamos por el principio, ¿cómo cambio la maternidad tu carrera profesional?

Victoria Gabaldón: Me hace muchísima ilusión que me hagas esa pregunta, porque es la que yo hago a toda la gente que entrevisto. Cómo era su trabajo antes de ser madre y si sufrió cambios significativos.

Con mi primera maternidad, en 2010, yo trabajaba en el sector de la música en directo, en la parte logística y de comunicación. Estaba inmersa en una gira muy potente en la que tuvimos mucha suerte de participar, porque era un año de muchísima crisis. Trabajaba con La Cabra Mecánica y tuvimos la fortuna de ser invitados por Fito y Fitipaldis para ser los teloneros de su gira. Estuvimos trabajando en unas condiciones inmejorables, en un momento en el que muchísimos grupos las pasaron canutas. Fue una gira espectacular, tanto a nivel técnico como humano.

Yo me quedé embarazada durante la gira y cuando lo anuncié, mi hija Julieta se convirtió en el bebé de la gira. Recuerdo la primera vez que vino a un concierto, creo que no tenía siquiera un mes, en el Palau Sant Jordi, y acondicionaron un camerino sólo para Julieta.

La gira finalizó al poco tiempo y como trabajé tanto durante muchos años, sin horarios, sin fechas, porque el sector de la música en directo es así, ahorré dinero y pude permitirme bajar el ritmo un tiempo, mientras criaba a Julieta. ¿Qué pasó? Que cuando quise recuperarlo me encontré que la música no era un territorio para madres.

Yo hacía entrevistas y pasaba los filtros, pero cuando sabían que tenía una hija, me decían que, aunque mi propuesta era la mejor, al ser madre de un bebé, no podría ejercer. En varios procesos me preguntaron si no prefería estar en casa con mi hija. Y sí, yo prefería mil veces estar con mi hija, pero mi hija tenía que comer, vestirse, los pañales son caros, etc.

Ilustración de Elena Sánchez Escandell para el artículo de Rocío Niebla

Entonces volví a la carretera con otra gira de una muy buena amiga mía con la que había trabajado anteriormente, que es Conchita, hasta que Julieta tuvo edad para empezar la guardería, con casi dos años. Durante todo ese tiempo estaba separada del padre de Julieta , tuve la ayuda de mis padres, que venían de Zaragoza para echarme cables. Muchas amigas me ayudaron también y se quedaron con mi hija cuando lo necesité. Pero fui consciente de que ya no podía salir cualquier día a girar. Así que volví a la primera empresa con la que trabajé, donde me abrieron los brazos y respetaron todos mis ritmos. Nunca hubo una mala cara si yo tenía que quedarme con mi hija en casa porque estaba enferma. Además, volví a ser madre, esta vez de Darío, y se portaron maravillosamente conmigo. Les volví a dejar para irme a trabajar al mundo de las revistas y me dijeron «si algún día te falla, vente». A día de hoy siguen siendo mi familia.

Lo de la música fue muy bonito, pero no es territorio para que las madres ejerzan su profesión en condiciones óptimas. Afortunadamente hay casos que están alumbrando una nueva manera de trabajar, véase Rigoberta Bandini, que se lleva a su niño de gira, Belén Barenys, que subía al escenario embarazada, o Rita Payés. Para mí, que mujeres jóvenes dejen de ocultar lo materno, lo pongan delante de un escenario y creen un nuevo relato y una nueva imagen, es algo muy valioso. Es posible hacer las cosas de otra manera.

RA: ¿Cómo empiezas a trabajar en el sector editorial?

VG: A finales de 2016 recibí una llamada en la que me dijeron que desembarcaba en España la revista de estilo de vida del New York Times y me dije que quería estar ahí. Pero yo trabajaba en la parte de publicidad, eventos, etc. Fue mi primera incursión en una editorial. Pasé por varios medios y me di cuenta de que lo que yo quería hacer era escribir y editar, porque mi formación era de periodista y era lo que me latía. Yo escribía bajo seudónimo o a escondidas en algunos de esos medios en los que trabajé.

Recuerdo, con mucho cariño, bajar a ver los planillos de las revistas, las maquetas. Estar muy cerca de los equipos de redacción, porque en el fondo envidiaba muchísimo su trabajo (trabajo que estaba muy mal pagado con respecto al mío, porque es alucinante lo absolutamente precario que es escribir en este país en muchas ocasiones).

El sexo de las madres, por Miriam Sobrino

Maternidad y creación

RA: Y es a raíz de esto cuando te surge la idea de crear MaMagazine

VG: Empecé con MaMagazine porque pensé que si yo escribía, y la creación es inevitable, tenía que sacarlo por algún lugar. Comencé a rumiarlo en 2018 y a «emitir» online en 2019, concretamente el 1 de noviembre de 2019, ya que lo hice coincidir simbólicamente con la fecha de nacimiento de Julieta, que nació en 2010.

En mi última entrevista de trabajo, busqué que fuese compatible con mi proyecto editorial. Les dije que tenía mi propio medio y que mi sueño era sacarlo adelante. Y así lo entendieron en la última revista en la que trabajé. Así que yo tenía mi trabajo pagado y mi trabajo no pagado.

Hasta que llegó la pandemia y con ella un ERTE eterno que se llevó por delante multitud de puestos de trabajo. Todo esto unido a que pasé por un 2020 infernal. En 2019 perdí a mi padre y en 2020 a mi madre. Perdí a los pilares de mi vida, pero también perdí el miedo. Entonces decidí que si quería sacar adelante a MaMagazine, hacer de esto mi trabajo y ser lo que quería ser, que era ser editora y creadora de una revista, era el momento. Así que en 2021 me envalentoné todavía más y lancé un crowdfunding para conseguir medios y poder empezar a editar la revista. Salió bien, y en febrero de 2022 vio la luz el primer número de MaMagazine en papel.

Ilustración de Elena Sánchez Escandell

RA: ¿Cómo y por qué decides que tu proyecto tratará sobre la maternidad?

VG: La temática la tenía clarísima. Yo quería hablar de lo materno desde varios puntos de vista que creo que no se habían tratado todavía. Hay un relato muy edulcorado y muy dulcificado de la maternidad, esa estampa de la madre abnegada, esas figuras como la Virgen María, la madre que sabe cocinar y que lo hace todo bien y a la que, encima, le va genial en su trabajo y que hace repostería y hace yoga y está preciosa y nunca grita. Y yo veía a las madres hablar en las revistas y no entendía nada, no me sentía identificada con lo que me estaban contando.

Así que empecé a buscar relatos y testimonios para dar voz a esas maternidades de las que no se habla. Maternidades con discapacidad, madres que se arrepienten, no por sus hijos, sino por el estado en el que maternan, por lo poco protegidas que están, colectivos LGTBI, maternidades al margen de la heteronorma, que también son invisibilizadas.

Uno de mis empeños era relacionar lo cultural con lo materno. Explorar la maternidad como motor de creación y ver que hay un montón de expresiones culturales, literarias y artísticas que surgen de ello.

También está el relato de esa madre que llora, que adora a su hijo, pero no entiende lo que está pasando con ella. O el sexo de las madres, ¿dónde queda? ¿Y qué pasa con los padres? ¿No tienen nada que decir? También es interesante. Tenemos una entrevista maravillosa a Andrés Neuman sobre esto.

La maternidad es un campo inagotable. Puedes encontrar tantos libros, tantos relatos distintos al que nos han acostumbrado, ese de la mujer que vuelve a las tres semanas a su trabajo, estupenda e ideal. Y todo bien, si quieres volver porque estás desesperada, no hay juicio. Pero lo normal es que no estés estupenda a las tres semanas, puede que estés triste y tengas una depresión postparto y todo mundo te diga «pero si tu bebé está bien», y tú pienses, sí, mi bebé está bien, pero y yo, ¿dónde quedo?

Yo quiero poner el foco en la madre y en el impacto que la maternidad causa a nivel social, político, artístico. Porque se confunde la maternidad con la crianza. Tú vas a un hospital y te meten en la cajita de regalo Mi bebé yo o Ser padres, y al final estás leyendo la misma revista con distintas fotos mes tras mes. Y no, esto es otra cosa. Es como dice la portada del último número: Por una vez, esto va de nosotras.

Victoria junto a Elvira Lindo, foto de Carol Renaux

El proceso de gestación de la revista

RA: Cada volumen gira en torno a una tema concreto ¿Cómo decides cuál va a ser el campo a tratar en el siguiente número?

VG: Es magia. Cuando estaba con el número uno en imprenta, supe de qué iba a ir el número dos. No lo sabía antes. Yo creo que tengo una antena parabólica encima de mí. Van llegando los temas, van llegando los contenidos, van llegando las protagonistas. Ya tengo varias protagonistas para el número cinco. Aún no había salido el cuatro y ya tenía una entrevista y un reportaje fotográfico cerrados para el siguiente. Se van ordenando.

Ana Oroz, directora de arte de la revista, y yo pasamos momentos de mucho estrés, sobre todo a la hora de las correcciones, cuando llegan los ferros y vemos que hay una errata y estamos como tensas, pero también contentas de hacerlo juntas, de decir «hemos parido esto». Recuerdo una conversación en la que le decía «qué bien hilada está, Ana», pero no sé si lo pensamos o no, no sé cuánto de instintivo hay en todo el proceso de gestación. Me da la impresión de que hacer una revista es un poco como estar embarazada y tener un hijo. Tú no sabes cómo va a ser. Va a nacer con su personalidad propia y tú eres su madre y vas a dejar tu impronta… pero es un ser independiente a ti.

Te puedo contar una anécdota relacionada con el último volumen y con cómo todo está hilado. Poco después de sacar el volumen dos, del que Nuria Labari fue protagonista, estábamos en la presentación de su libro El último hombre blanco, y allí conocí a Gumersindo Lafuente, periodista histórico de este país, que ha trabajado en muchos medios y que lideró la revolución digital de El Mundo. Él me decía «tienes un nicho ahí. Si algún día quieres hablar, si te puedo ayudar con mi experiencia, me cuentas». Él es ahora editor de la revista en papel de El diario. Y un día lo llamé y le pregunté si podíamos hablar, porque él lleva tantos años en esto y sabe tanto, y me dijo «tus portadas son muy artísticas, pero mientras estás creando marca, dales claridad». Mi pelea es que la maternidad se vea como un concepto y la crianza como otro. Y yo me quedé pensando, pero ahí se quedó la cosa.

Pasan los meses y vamos a entrevistar a Elvira Lindo, que es una de las protagonistas del último número de MaMagazine. Y cuando acabamos la entrevista, que fue un momento precioso, Carol Renaux, nuestra fotógrafa, y yo estábamos con todo el subidón, y ella me dijo «¿sabes por qué me gusta esta revista? Porque por una vez, esto va de nosotras». Y fue como, «Carol, me acabas de dar la portada del número cuatro». Y entonces conecté con aquello que me dijo Gumersindo meses atrás. De repente surgen este tipo de cosas.

Ilustración de Elvira Lindo realizada por Elia Mervi

La gente que lee MaMagazine es un espejo, entiende muy bien de qué va esto y siente ese abrazo y esa compañía, y siente que hay una manera de hablar de la maternidad que es distinta y es creíble. Es muy bonito darte cuenta de que lo que tú estás diciendo llega con tal claridad.

RA: Según nos cuentas, a la hora de organizar los contenidos realizas una búsqueda de colaboraciones, pero también recibes propuestas. Háblanos un poco del proceso.

VG: Tanto la búsqueda como el encuentro son alucinantes. Y dices, «es tan maravilloso lo que me ofreces, es tan increíble este texto que me mandas, son tan maravillosas estas fotos, esta ilustración es justo lo que necesitaba». Que eso pase constantemente, también es extraño. Yo creo que hay un punto muy mágico en todo esto.

Intento además ser muy respetuosa con el mensaje que quiere dar cada uno, con el lenguaje que se utiliza. Respeto mucho la creación, si alguien ha querido decir algo de esta manera o con este color y no con otro, no me meto en eso. Pero es que todo lo que llega es un material excelente, de primera. Vuelvo al artículo del sexo de las madres, de Miriam Sobrino, que me parece una barbaridad. Sara Martin, que escribe habitualmente, y que es para mí una escritora increíble, que está haciendo unos estudios sobre el impacto de la maternidad muy valiosos, en este número tiene este artículo maravilloso, Locas, y fue recibirlo y decir «otra vez es genial». No hay nada mediocre, y eso es una fortuna tremenda.

Pruebas de imprenta

Edición gráfica

RA: ¿Cómo trabajáis la parte del diseño gráfico y editorial?

VG: Ana Oroz, directora de arte de la revista, es una de mis mejores amigas, hermana y madre por extensión de mi hija, que siempre dice que ella tiene cuatro madres, una soy yo y otras tres son mis amigas, y entre ellas está Ana. Tenemos la suerte de haber descubierto otra cosa que no se cuenta de la maternidad, que es que cuando te encuentras en una tribu, cambia el cuento mucho. Y de pronto vives una amistad tan intensa como las de tu adolescencia, la de tus veinte años. Yo comparto la crianza de mis hijos con estas mujeres maravillosas, y con Ana, además, el diseño de la revista.

Yo ya tenía una imagen corporativa, un logo y la idea de cómo quería hacer las cosas. Así que empezamos a mirar revistas que nos gustaban, el papel que usaban, las formas, a buscar inspiración en otras propuestas, nacionales y de importación. También tengo que decir que esta revista sin el cariño, el apoyo y la generosidad de Guillermo López, director de la revista Salvaje, no hubiera sido posible.

Con Ana tengo la suerte de poder decirle «quiero esto» y ella me conoce y sabe perfectamente lo que me va a gustar y lo que no. A veces yo soy mucho más cuadriculada, ella juega más, pero encontramos un respeto tan enorme en las decisiones de cada una, nos entendemos. Si yo le digo que haría una cosa y ella me dice que no y me convence, yo reseteo y le digo que tiene razón. Va surgiendo de una manera muy orgánica. Vamos probando colores, estamos todo el día jugando. Nuestra inspiración ha sido Salvaje. Nuestra inspiración ha sido también una publicación que me recomendó Guille, que se llama The Skirt Chronicles, una revista de moda preciosa. Revistas que están hechas para que te las quedes, para que las colecciones, son revistas-libros. Yo quiero que MaMagazine sea una revista-libro y que la gente la coleccione.

El papel, además, es un papel premium, respetuoso, que cumple con todos los sellos y normativas de protección al medio ambiente. Es carísimo, pero yo tenía claro que era una partida irrenunciable. No iba a bajar ni la calidad ni el gramaje del papel.

Tote bag diseñada por la ilustradora Elia Mervi

RA: En cuanto al tema ilustración, Elia Mervi ha estado presente en todos los números, pero también vemos a otras ilustradoras que van rotando. ¿Cómo organizas esto? Tanto en ilustración como en fotografía.

VG: Elia Mervi forma parte de MaMagazine. Ella hace una ilustración personalizada para cada persona entrevistada en la revista.

Con su proyecto El espectro de Invisible de Medea, con el que compartimos el interés de sacar a la luz a estas mujeres y madres creadoras, me llegó ese rayo de inspiración y supe que el número dos tenía que ser un número dedicado a la relación entre crear y criar y al deseo, y le propuse a Elia codirigirlo conmigo. Así que ella tiene muchísimo peso en ese número.

Ella hizo la portada, y el centro de la revista es una guirnalda que creó para un taller sobre mujeres creadoras que celebramos en Madrid, pero que tuvimos que hacer con bastante menos público del esperado, por culpa de la ola tremenda de COVID de diciembre de 2021. Entonces yo quise, de alguna manera, rescatar esa guirnalda para las páginas centrales de la revista. También es la diseñadora de varias de las tote bags, de algodón orgánico, que tenemos en la tienda. Uno de los diseños se acaba de agotar, es una especie de mujer pulpo que puede con todo, y ahora tenemos otra disponible, una ilustración que representa a la tribu y está inspirada en un libro de 1915 de Charlotte Perkins que se llama Matriarcadia.

También tenemos a nuestras ilustradoras de cabecera, con quienes el trabajo es súper fácil y nos gusta tanto, como Paloma Corral, Elena Sánchez Escandell, o Noemí Fabra, entre otras. Y si te das cuenta, todas las revistas tienen las guardas con esos diseños que nos llevan a esos libros antiguos que tenían las guardas ilustradas.

Ilustraciones en las guardas de la revista

Nuestra fotógrafa de cabecera es Carol Renaux, que siempre me acompaña a las entrevistas. También tenemos fotorreportajes. Carol fue la protagonista de uno dedicado al puerperio en el número tres. En este número hay una fotógrafa murciana maravillosa, Rocío Kunst, con un proyecto que se llama Matriz. En el próximo vamos a tener un reportaje sobre madres creadoras y artistas.

Hay tanto, que una cosa te lleva a la otra. Es una cadena. Yo me encuentro transitando en una tela de araña en el mejor sentido de la palabra, donde vas siguiendo unos caminitos y una te conecta con otra. Y así vamos tejiendo una red de mujeres con un talento, con un gusto y con un buen hacer impresionantes.

Vanguardia

RA: Al final no se trata únicamente de conocer nuevos temas, sino que se convierte en una red de conexión infinita entre mujeres.

VG: Todo está conectado. Recuerdo en un cumpleaños, una amiga y colaboradora de la revista, Marta Jiménez-Dasí, que es ViceDecana de Psicología en la Complutense y escribe mucho sobre salud mental perinatal, me regaló el libro Parir, de Ibone Olza. Yo ya era madre de Julieta y Darío. Fue un libro definitivo en mi vida: aprendí mucho sobre mis miedos, aprendí a reconocerme como víctima de violencia obstétrica. Y ahora tengo la fortuna de disfrutar del cariño y la amistad de esa mujer que ha puesto negro sobre blanco en algo tan importante como la violencia obstétrica, y la necesidad de que entendamos lo importante que es la salud mental. Y estamos todo el rato orbitando las unas con las otras, encontrándonos, cooperando, ayudándonos.

Un regalo que me he hecho este año y del que Ibone, precisamente, participa, es un taller de escritura que se llama Maternituras. Lo imparte Silvia Nanclares y ahí nos juntamos un puñado de mujeres, ansiosas de ser protagonistas de nuestros propios relatos. Fue mi admirada Diana Oliver, autora de Maternidades precarias, quien me invitó a participar. No sé si le estaré lo suficientemente agradecida…

Es muy molesta esa percepción patriarcal de que las mujeres no son amigas o son envidiosas entre ellas. Perdón, eso es lo que queréis vosotros, ponernos a competir. Pero es que nosotras no competimos, nosotras cooperamos, somos superpoderosas y cuando nos juntamos, no te puedes imaginar, puros aquelarres, estoy convencida de que nos quemarían en la hoguera.

Estamos haciendo vanguardia. Hablar de la maternidad desde este punto relacionado con la cultura es vanguardia. Esta otra maternidad es posible.

RA: Háblanos sobre el feedback que estás recibiendo de la revista.

VG: Espero no estar cometiendo una imprudencia revelándote esto, pero ayer lloré con este mensaje que recibí de la actriz Laia Costa, protagonista de Cinco lobitos, que es socia de MaMagazine: «tu proyecto va a acompañar y transformar a toda una generación de madres que estamos criando y maternando por primera vez desde otro lugar. Es tremendamente necesario. Ojalá jamás se te agoten las fuerzas, porque poner el trabajo y el corazón de ese modo es tan hermoso como agotador».

También puedo leerte un comentario de Itziar, una lectora nueva, que nos dice «he estado muy peleada con mi maternidad y con la manera en la que se representa. Me parecéis un referente ahora mismo».

Me encantaría que no solo las madres leyeran MaMagazine, sino las mujeres en general. Al final esta revista puede leerla todo el mundo, porque todos somos hijos. Madre hemos tenido todos y también es necesario que todo el mundo sepa de qué va la cosa. Yo tengo amigos que han tenido siempre claro que no iban a ser padres y, tras leer la revista, me han dicho que se han vuelto a plantear y a resignificar su relación con sus madres.

Algo que yo hice con mi madre y también con una tía mía cuando enfermaron, y vi que había posibilidades de que no estuvieran más, fue hacerles preguntas y grabarlas. Tengo conversaciones grabadas de mi madre, preguntándole por este tipo de cosas, por su madre, por su niñez. Y aún así, todo se queda corto. Una de las camisetas que me haría diría «hijas, hablad con vuestras madres». «Hablad con vuestras abuelas». Son tan interesantes esas historias.

Diana Oliver e Ibone Olza ilustradas por Elia Mervi

Balance

RA: ¿Qué es lo mejor y lo peor de tener una revista?

VG: Lo mejor es cómo llega el mensaje y recibir esos mensajes de los que hemos hablado antes. Que la revista llegue a casa de las suscriptoras y de los socios, que también hay algunos, y escriban para decir «me siento abrazada, me siento acompañada, y antes no me veía en este relato». Lo mejor es ponerte delante de una mujer valiente y escucharla.

Lo peor es que necesito llegar más lejos, necesito más socias. Me agobia mucho el tema del dinero, la subida del papel. Me agobia que cuando eres una revista de una tirada no muy elevada, las grandes empresas no te valoran. Yo tengo una tirada pequeñita, pero la gente es activista de esta revista. Los anunciantes que tengo son proyectos amigos, porque compartimos una filosofía de respeto, de ecofeminismo. Tenemos unas tarifas especiales para emprendedoras. Son tarifas muy reducidas porque yo sé lo duro que es empezar.

Lo peor es la soledad de la responsabilidad empresarial. Porque yo estoy muy bien acompañada, pero tengo la responsabilidad de estar todo el día pensando, inventando y escuchando a gente que te dice todo el rato lo que tienes que hacer. Me gustaría tener más visibilidad, alguien que diga, «esta mujer está haciendo algo bueno, ¿por qué no le echamos un cable?», y que pusiera dinero encima de la mesa para hacer algo que no es humo. Yo no quiero hacer algo grande, yo quiero hacer algo sostenible. Porque estoy haciendo esto a pulmón, poniendo todos mis órganos vitales en el papel. Aunque también te digo que lo voy a sacar adelante, porque soy muy cabezona. Pero me encantaría tener un ratito de gloria, como diría Kiko Veneno.

Suscripción a MaMagazine

En Rayitas Azules estamos muy felices de poder hablar de MaMagazine y de que esta revista sea una realidad. La inspiración y la emoción con la que Victoria nos habla de su proyecto son contagiosas y es tremendamente necesario que existan personas valientes que cuenten la verdad de algo tan universal, pero a la vez tan invisibilizado como la maternidad.

Como bien dice Victoria, esto no va sólo de tener hijos, sino de tener una madre. Y es por eso que todas las personas tenemos cabida como lectoras de esta revista.


MaMagazine tiene distintos planes de suscripción, packs especiales, merchandising y la posibilidad de adquirir número anteriores.