Conversar con tiempo por delante es un raro placer hoy en día. Raro por las no demasiado frecuentes ocasiones en las que tenemos la oportunidad de disfrutar de una buena charla. Y si además conversas con gente inteligente y generosa sobre un tema que te apasiona, entonces el placer se multiplica. No olvidemos que una conversación distendida es quizá el método de aprendizaje más enriquecedor y agradable que se ha inventado. Que se lo digan al viejo Sócrates.

Morillas, prestigiosa agencia de branding fundada en 1962 por Antoni Morillas, ha renovado su identidad gráfica y para ello contactaron con el diseñador de tipografía Pedro Arilla para que les diseñase una tipografía a medida. El resultado es Morillas Sans, una sans serif de atractiva personalidad que, en palabras del propio Arilla, «pretende ser la traducción tipográfica de la filosofía Morillas, de su trayectoria como histórica agencia creativa y de su proyección en el presente y hacia el futuro».

Viaje creativo

Todo un reto, no solo por lo que diseñar una tipografía a medida supone, sino también a nivel de rebranding en general e incluso de renovación del espacio físico, con la creación de nuevas oficinas. Un fascinante proceso creativo sobre el cual hemos tenido el placer de conversar con Àlex Gobern, director creativo de Morillas, y Albert Navarro, diseñador gráfico en la agencia, que han tenido la gran amabilidad de dedicarnos un buen rato de su tiempo para hablar sobre su nueva tipografía y más cosas interesantes. Más que un resumen de la conversación —las buenas conversaciones son indomables—, lo que he intentado es atrapar la esencia (si es que eso es posible) a través de algunos aspectos importantes o significativos de un viaje —el proceso creativo es un viaje de cuyo destino solo poseemos intuiciones o sospechas— alrededor del diseño de letras y sus múltiples impactos en el mundo de la comunicación visual.

Un proyecto, el de crear una tipografía a medida, y un proceso que demuestran que la tipografía, poco a poco, comienza a alcanzar la relevancia y el prestigio que cada vez más personas consideramos que merece. La tipografía a medida, como bien queda patente en la Morillas Sans, aporta mucho valor y es además el vehículo idóneo para que una marca pueda hacer llegar su mensaje a todo el mundo de una manera verdaderamente personal. Y de entre todas las tipografías a medida que estamos viendo últimamente —ya sabemos que la tipografía es una disciplina de detalle—, esta en concreto, a mi juicio, posee una personalidad muy especial; es muy rica precisamente en detalles.

Una tipografía propia

«El de tener una tipografía propia es un proyecto que teníamos en el radar desde hace mucho, mucho tiempo», nos confirma Àlex Gobern. «Los procesos de rebranding de Morillas que hemos realizado con el tiempo —en mi caso, llevo veinte años en la compañía— son cíclicos. Yo entré en el 2000 y en el 2002 ya se hizo un pequeño rebranding. Teníamos una identidad casi más que de consultora propiamente, de estudio de diseño, y esa identidad se mantuvo viva hasta 2008. Ahí cambiamos y empezamos a integrar tipografías como la Gotham, que entonces estaba en pleno auge. Y esta identidad en la que ya no había un símbolo, sino una tipo de palo seco, que en aquel tiempo estaban muy en boga, nos duró hasta 2016. Ahí hicimos otro rebranding, también muy tipográfico, que nos ha durando hasta el 2019, que empezamos trabajar en el lanzamiento que ahora estamos realizando con la Morillas Type. Siempre nos hemos movido con tipografías de palo seco que nos daban un aspecto de estar ahí, en el candelero.»

La importancia y las ventajas de tener una tipografía hecha a medida sobrevuelan toda la conversación. Una tipografía propia, como afirma Albert Navarro, «habla mucho más de ti: es tu tono de voz, tiene tus valores imbuidos dentro de este archivo tipográfico, de estas letras, y es más atemporal. Sobre todo, es muy importante hoy en día, en un mundo tan globalizado, con tanta información, poder destacar de una forma personalizada. Es algo que transciende la tipografía. Vemos como todas las marcas buscan soluciones más curadas, más personalizadas, y yo, personalmente, creo que es uno de los grandes valores de esta tipografía».

De cara a los clientes, el valor que aporta es muy considerable, ya que, como matiza Gobern, «nos daba la sensación de que, si éramos capaces de desarrollar una tipografía para nosotros, en cierto modo estaríamos diciendo a los clientes que podemos ayudarles en este punto. Luego ya buscamos la oportunidad de hacerlo, de buscar al tipógrafo, porque nosotros no tenemos tipógrafos en Morillas. Vas al colaborador, le muestras el proyecto, buscamos la manera de abordarlo. Y con ello le ofreces a tu cliente un proyecto más a medida y añades valor».

Atrevida y contemporánea

Pedro Arilla concibió la Morillas Sans como una sans serif con contraste, proporciones ligeramente extendidas y terminales caligráficos. Una tipo, como él mismo afirma, atrevida y contemporánea, algo irreverente y descarada, para alguien que no era un cliente al uso, sino una firma histórica del diseño español con quien era posible hablar «el mismo lenguaje y se notaba que entendían las connotaciones y riesgos de las decisiones que íbamos tomando durante el desarrollo de la tipografía».

Un desarrollo que, como cuenta Gobern, «comenzó con el logo, con el nombre, luego generamos la display, y a continuación Pedro desarrolló la tipografía de texto, en estilos regular, bold, light y sus itálicas».

Cuando en Morillas tomaron la decisión de llevar adelante el proyecto con Pedro Arilla, que en ese momento diseñaba para Fontsmith, Alex Gobern se desplazó a Londres, junto a otros miembros de la agencia catalana, para celebrar una reunión con el personal de la fundición británica, reunión que acabó siendo un workshop tipográfico, de cara a entender qué estaban buscando. «Una explosión de ideas brutal —rememora Gobern— de la que salieron desde cosas muy locas hasta otras más convencionales».  La conexión entre Morillas y Arilla ya estaba ahí.

Morilla Sans y FS Neruda

Para afinar todavía más si cabe, como tipografía complementaria de la Morillas Sans se ha escogido la FS Neruda, diseño también de Pedro Arilla, con lo cual el control total sobre el trabajo del diseñador, que ha tenido la libertad para llevar a cabo los ajustes necesarios hasta alcanzar la perfecta armonía entre ambas tipos. Al hilo de este tema de las armonías y los usos tipográficos, comenta Gobern sobre una reciente visita a la universidad en la que recordó «esa idea académica que me inculcaron de que las itálicas solo se utilizan en determinados lugares, para las citas, y no se pueden usar como recurso estilístico. Y resulta que ahora mismo lo que nos mola es usar las itálicas precisamente como recurso estilístico. Por ejemplo, qué bien queda la Morillas Sans junto con la Neruda Italic, qué contraste tan interesante se genera».

Esa clase de magia tipográfica

En el diseño editorial hay que darle a cada tipografía un propósito. Pero también debemos contar con ese momento, digamos, mágico que se genera al descontextualizar la tipografía y colocarla allí donde sea más emocional, mas expresiva y sea capaz de vehicular el mensaje que realmente queramos transmitir. No obstante, hay que conocer bien las normas para poder romperlas con sentido y criterio. En este sentido, recuerda Albert Navarro «una conversación con Pedro Arilla al respecto de esto en la que me decía que él se limitaba a hacer letras, que la magia está en cómo juguéis con ellas».

Licencias tipográficas

Al hilo de esto, resulta verdaderamente interesante la importancia que está empezando a dársele a la búsqueda de cierta simbiosis entre fundiciones y diseñadores tipográficos y las diseñadoras y diseñadores gráficos que dan vida a las letras mediante el uso que hace de ellas en sus trabajos. Ha de haber un canal de comunicación permanentemente abierto, y esto parece ser ya una realidad, como comentan tanto Gobern como Navarro, entre ambos sectores del negocio de la comunicación visual, de modo que agencias y estudios se conviertan en prescriptores de tipografías mediante su uso en virtud, por ejemplo, de puntuales acuerdos de colaboración. No cabe duda de que el tema de las licencias tipográficas ha sido, y todavía lo es, sumamente delicado. Es necesario hacer toda la pedagogía del mundo en este asunto de las licencias porque constituye un pilar fundamental para el sostén de la industria tipográfica. Las versiones de prueba de las tipografías, las trials, cada vez más extendidas, suponen un interesante y necesario avance en el sentido de afianzar la relación entre tipografía y diseño gráfico, y que supone un claro beneficio para todo el sector.

Fundiciones independientes

«Ahora mismo el foco lo tenemos en fundiciones independientes —afirma Gobern—. Nos pone ir a buscar la rareza. Después de veinte años de carrera, como es mi caso, intentas todavía buscar esa particularidad que haga destacar de los demás por su punto de personalidad, y esto las fundiciones independientes te lo ofrecen. Yo he descubierto muchas fundiciones independientes por Instagram, no sé si esto es bueno o malo, pero ahí he encontrado cosas muy sexys. En realidad, es una herramienta muy, muy útil, no solo para encontrar, sino para que las propias fundiciones se den a conocer y muestren su trabajo.»

«Diseñar es decidir»

Cualquier profesional con suficiente experiencia lo sabe. Y como tal, Àlex Gobern afirma rotundo: «diseñar es decidir. El Periódico (de Catalunya) tiene una sans en caja baja y transmite una cosa, y La Vanguardia, una romana en caja alta y transmite otra. Eso son decisiones de diseño. Cada uno, con sus decisiones de diseño, transmite un mensaje particular. A la hora de tomar estas decisiones, si tienes un poco de oficio, no tienes que andar buscando entre diez mil tipografías, pues conoces diez referentes que sabes que pueden funcionar. Y la importancia de la tipografía en cómo se actualizan las marcas es clave.»