Volvemos, una vez más, a bucear por los secretos del teclado. Esta vez lo hacemos con unos signos de uso bastante común en diseño editorial, pues lo son en los textos escritos en general, pero que no siempre se usan correctamente. Hablamos de las comillas.
Antes de nada, para saber exactamente de qué hablamos, acudiremos al Diccionario de la lengua española de la RAE, que es muy buena costumbre y, de paso, veremos el primer ejemplo práctico. En él se definen las comillas como «Signo ortográfico doble usado para enmarcar la reproducción de citas textuales y, en la narrativa, de los parlamentos de los personajes o de su discurso interior, y para delimitar títulos de artículos, poemas, conferencias, etc., así como las palabras y expresiones que se desea resaltar por ser impropias, vulgares o de otras lenguas».
Hemos copiado el texto literalmente y, por lo tanto, lo reproducimos encerrado entre comillas. Si os fijáis, hemos usado las llamadas comillas latinas, angulares, españolas o francesas (sí, tiene todos esos nombres, pero para simplificar y entendernos, usaremos la denominación más extendida, es decir, la de comillas latinas).
Existen fundamentalmente tres tipos de comillas, las ya mencionadas latinas (« »), que tienen forma de dos angulitos, y que no hay que confundir con las antilambdas o corchetes angulares (< >); las comillas inglesas (“ ”), también llamadas altas; y las comillas simples (‘ ’) , que son como las inglesas pero sin duplicar, y que, además, también se usan para marcar cuando estamos dando a una palabra o expresión un uso conceptual o como definición de otra.
Para acceder a las comillas latinas en los teclados numéricos de los PC hay que utilizar el comando Alt+174 para las de apertura y Alt+175 para las de cierre, y en los Mac, Shift+Alt+{ para las de apertura y Shift+Alt+} para las de cierre.
Las comillas latinas son las recomendadas por la Ortografía académica para textos en español. Aunque no es un error decantarse por las comillas inglesas, cuya utilización está cada día más extendida, quizás porque son éstas las que están visibles en los teclados, sí podemos decir que su uso constituye un anglicismo ortotipográfico porque en español contamos con un signo cuyo significado es exacto al de las comillas inglesas.
De todos modos, es muy importante tener en cuenta que, si estamos maquetando textos complejos, por ejemplo, una novela o una tesis, es posible que nos topemos con una palabra o un texto entrecomillado dentro de otro texto entrecomillado, y que, en estos casos, existe una jerarquía concreta a la hora de usar las comillas.
Las comillas latinas van en primer lugar, después, las inglesas, y por último, las simples. Veamos un ejemplo: «Juan me dijo: “ya no volveré nunca más porque ‘aquello’ no me gusta” ». Nunca debemos prescindir de las comillas de apertura ni de las de cierre, aunque escribamos juntas, como en este caso, las inglesas y las latinas, que, además, deberán incluir un espacio entre ellas cuando va una justo detrás de la otra.
Antes hemos dicho que usar comillas inglesas en textos en español no debe considerarse un error, pero en caso contrario, es decir, el uso de comillas latinas en textos ingleses no es en absoluto habitual. Sobre este punto en concreto hay un episodio reciente que resulta muy esclarecedor de la importancia que puede llegar a alcanzar el conocimiento de las normas de ortotipografía. Durante los días posteriores al ataque terrorista de Barcelona del 17 de agosto de 2017 se difundió un documento, atribuido a los servicios secretos de Estados Unidos, en el que, con anterioridad a la tragedia, se advertía a la policía catalana del riesgo de sufrir un atentado. Pues bien, alguien muy observador, y buen conocedor de la ortotipografía, puso en duda la autenticidad del documento ya que en él se usaban comillas latinas, algo completamente inaudito en un texto en inglés. Una anécdota digna del mejor James Bond.
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Fuentes: – «Ortotipografía para diseñadores», Raquel Marín Álvarez, Editorial GG, 2015 – Fundéu BBVA, Fundación Del Español Urgente – Diccionario de la lengua española de la RAE