Pedro Arilla. Fotografía de Xoel Burgués.

Pedro Arilla, a pesar de su juventud, es ya un referente indiscutible en el panorama tipográfico español por su incansable actividad desde hace años. Divulgador a través de su propio blog, Don Serifa, artífice junto a Damiá Rotger del intensivo y pasional curso de tipografía Glíglifo y, por supuesto, diseñador de tipos. Sin embargo, Arilla quería seguir avanzando, profundizando, quizá convencido de que la tipografía es una disciplina en la que nunca se deja de aprender. Por eso, un buen día hizo las maletas y se encaminó a tierras inglesas para cursar el MA Typeface Design en la facultad de Typography & Graphic Communication de la Universidad de Reading, quizá una de las dos o tres titulaciones más prestigiosas —y exigentes— del mundo a nivel tipográfico, lo que le ha brindado la oportunidad, una vez completado el máster, de trabajar nada menos que en Fontsmith.

Sobre todo ello, y un poco más, hemos charlado con este joven aunque más que sobradamente preparado diseñador tipográfico. La idea consiste en acercarnos, a través de la experiencia directa de algunos diseñadores españoles, a los más sólidos y prestigiosos cursos internacionales de tipografía, de modo que podamos descubrir que, en realidad, Europa, tipográficamente hablando, no está tan lejos.

Rayitas Azules: Hace unos años, concretamente en 2012, escribías en un tu blog, Don Serifa, un artículo sobre estudiar tipografía en Europa y hablabas del máster de Reading diciendo que «es un curso que incluye un elemento práctico importante para dotar al alumno con los conocimientos necesarios para diseñar y producir sus propios tipos de letra a través de una sólida base histórica y teórica. Uno de los puntos más interesantes es que se hace especial hincapié en los tipos de letra no latinos, caso del árabe, el hebreo o el cirílico». ¿Seguirías destacando estas cualidades del máster o, ahora que los conoces desde dentro, añadirías alguna más a la hora de explicar en qué consiste el curso?

Pedro Arilla: ¿En 2012 decía eso? Sí, podría ser; pero ahora que he estado dentro, la percepción que tengo de master es más compleja y colorida. Es cierto que se da mucha importancia a los tipos multi-escritura —y, de hecho, es obligatorio diseñar al menos un sistema que no sea el tuyo nativo— y que algunos de los mayores expertos del mundo, como Fiona Ross, están ahí. Pero el espectro de materias que cubre es muy amplio: tallado en piedra, caligrafía, historia, impresión tipográfica, programación, tipografía (no diseño de tipos) y hasta pinceladas de arquitectura y movimientos sociales. La tipografía y la escritura son ámbitos tan estrechamente relacionados con la evolución del ser humano, que sería un error ceñirse al mero diseño de caracteres. Pero lo que hace realmente especial a este máster —y a otra casi media docena que hay repartidos por el mundo, me atrevería a decir— es que respiras tipografía 24 horas al día y aprendes de y con alumnos y profesores de distintas edades, procedencias y trayectorias.

Taller de tallado de piedra con Wayne Hart. Fotografía de Natalia Quadreh.

RA: ¿Cómo es ahora Pedro Arilla después de Reading?

PA: En lo personal: todavía más consciente de que el mundo es enorme. En lo tipográfico: con una visión más amplia y global. Ambos conceptos, como ves, van unidos de la mano. Pero, en general, con la confirmación bajo el brazo de que el enfoque adecuado es nunca olvidar que todos somos estudiantes, nunca maestros.

RA: Se dice, se comenta, que es imprescindible un buen nivel de inglés para cursar el máster. ¿Ha sido difícil para ti manejarte en inglés con los conceptos puramente técnicos?

PA: Cierto es que, aunque vayas con un nivel de inglés medianamente decente, no siempre te puedes expresar como quisieras y eso es dolorosamente frustrante. Así que recomiendo encarecidamente darle durísimo al inglés ante de ir. Y, centrándonos en lo tipográfico, es verdad que, a veces, te encuentras con que no sabes decir, por ejemplo, «cartela» pero, al fin y al cabo, no es tan complicado porque no son tantísimos términos. Si te soy sincero, creo que lo más difícil eran los nombres de diseñadores. Por ejemplo, me costó unos veinte minutos entender que Michael Twyman estaba hablando de Jan Tschichold.

Clase de Michael Twyman sobre métodos de impresión y cómo eso afecta a la forma de las letras y la manera de diseñar documentos.

RA: ¿Qué destacarías del máster que más te haya llamado la atención?

PA: Lo que más me ha explotado la cabeza ha sido la manera de aproximarse al diseño de tipos como disciplina y como industria. Hay muchas maneras de atacar un problema; o un prisma se puede observar desde diferentes de perspectivas. Aquí se cubren todas ellas desde la observación, reflexión y exploración. Diseñar tipos y producir fuentes se puede aprender de una manera más o menos sencilla; en cambio, aprender a pensar es más complejo. No es casual que de Reading hayan salido en las últimas décadas algunas de las figuras tipográficas que más se han cuestionado nuestro oficio y, por tanto, ayudado a que evolucione.

Visitando el archivo de la Universidad de Amsterdam. Fotografía de Joana Ranito.

RA: ¿Qué consejos le darías a una persona que estuviera interesada en estudiar en Reading? ¿Qué se necesita, además de muchas ganas (dinero, organización, tiempo…)?

PA: En cuanto al consejo: aprender mucho antes de ir. Yo, por ejemplo, me estuve preparando durante seis años para ir a Reading. Sin descanso. Mi objetivo era vencer mis ganas por ir cuanto antes y ser paciente para, una vez ahí, dedicarme a escalar un peldaño más y aprender de una manera mucho más profunda. Es una profesión extensa y compleja (como todas) por lo que yo decidí ir con la base bien aprendida y superada. Allí quería que me exprimieran. Creo que fue una decisión acertada.

En cuanto al resto de cosas que mencionas, de dinero estaríamos hablando de 7.000 libras por el máster, más lo que cuesta vivir allí. De tiempo: un año completo (de septiembre a septiembre). Organización: toda la que puedas. Ya que vas a dedicar un año de tu vida a hacer algo, hazlo bien. Hay gente que no lleva muy bien el volumen de trabajo y el nivel de exigencia de un máster de estas características, porque además de todas las asignaturas y tareas concernientes al diseño de tipografía, hay que hacer un segundo trabajo final de máster, en este caso de investigación. En realidad es un máster que debería durar más de un año (y así fue pensado) pero que dura lo que dura, así que mejor saber organizarse, disfrutar del viaje y picar piedra día tras día sabiendo que eres un afortunado por estar ahí.

RA: Háblanos un poco e Rock & Roll, tu última tipo, como proyecto final de máster.

PA: Cada vez leemos más y más en dispositivos móviles con estructuras tipográficas complejas y en pantallas de una resolución cada vez mayor. Con Rock & Roll exploré las posibilidades que eso ofrecía en términos de expresividad y legibilidad. Quería tallar formas con luz y hacerlo de forma que la familia tipográfica resultante fuese lo suficientemente interesante. Así pues, Rock es una tipo con contraste que cubre los sistemas de escritura latino (el que utilizamos en español), cirílico y griego; Roll es una tipo sin contraste que soporta latino, árabe y japonés. Son estos dos últimos sistemas de escritura con los que más me divertí. Estoy muy interesado en temas como legibilidad y comportamientos visuales y, honestamente, creo que el mayor logro que el diseño de tipos ha alcanzado en los últimos cinco siglos es hacer creer al cerebro que sus ojos nunca le van a engañar. Explorar esa máxima en un proyecto que responde a tus propias reglas y bajo sistemas de escritura que no son los tuyos nativos, es un lujo que merece la pena vivir.

RA: ¿Hay un antes y un después, una especie de línea fronteriza clara, a nivel profesional tras realizar estudios de este nivel? 

PA: Es un antes y un después porque a la naturaleza de un máster como este le sumas, no lo olvidemos, un año completo pensando y haciendo exclusivamente tipografía. Habría que ser muy zoquete para no ver que creces como diseñador. En cuanto a mi evolución, es una cuestión de profundidad: un conocimiento más expandido, una perspectiva más global, una visión más analítica, un uso más político, unas habilidades más afiladas y una mayor caja de herramientas. Además, he aprendido de una manera definitiva a conectar disciplinas y beber de diferentes fuentes. La respuesta no está siempre en la tipografía; aunque la pregunta lo sea.

RA: ¿Nos mojamos un poco? ¿Cómo ves el diseño de tipos en España desde tu perspectiva actual? ¿En qué línea se debe trabajar?

PA: Nos mojamos, claro. Una opinión nunca debería ser escondida. Otra cosa es que la mía merezca la pena. Dicho esto y, tras dos años en el Reino Unido —mirar algo desde el exterior siempre arroja algo de claridad—, me sigue sorprendiendo que un país con el potencial de España no tengo una industria plenamente asentada. Hay gente haciendo cosas muy buenas y proyectos de gran envergadura, por supuesto, pero son casos muy aislados. Puede que ese sea el problema: el aislamiento. Tal vez la respuesta sea crear más eventos, más medios y más escuelas para que el pensamiento crítico aflore de una manera natural. Pero todo ello comenzando por la des-mitificación de la profesión como un Olimpo solo al alcance unos pocos, la des-romantización de un arte que no lo es y la des-amateurización autoproclamada de una industria que necesita verse como tal y madurar. No somos «frikis», somos diseñadores de una de las herramientas visuales más importantes de las que el ser humano dispone. ¿Se hacen las cosas mal en España? No lo creo. ¿Se podrían hacer mejor? Siempre.

Visita al museo Meermanno de La Haya. Fotografía de Joana Ranito.

RA: Una vez acabas el máster, te surgen varias oportunidades de trabajar en grandes fundiciones, ¿qué te llevó a elegir Fontsmith?

PA: Fontsmith es una fundición que durante los últimos 20 años ha sido líder en la creación de tendencias tipográficas (principalmente en tipografía aplicada al branding). Eso es algo que me interesa muchísimo: ¿cómo capturar lo que el mercado demanda? ¿Puede una fundición anticiparse o es ella (o un conjunto de ellas) la que lo provoca? Sentía que podría responder a esas preguntas trabajando en Fontsmith. Además, es una empresa que ha optado por mantener un equipo de unas 15 personas máximo para poder controlar y cuidar tanto el producto como la estrategia. Es una filosofía con la que no puedo estar más de acuerdo y que además me permitía ser un principio activo desde casi el primer día. ¿Más razones? Realizan proyectos de tipografía a medida para clientes de primera línea a la vez que cuidan mucho de su propio catálogo; publican una revista interesantísima y puedo escribir en ella; me dan libertad para continuar con proyectos paralelos como Don Serifa o Glíglifo; y que estoy enamorado de Londres.

Fontsmith from Paul Wyatt on Vimeo.

RA: ¿Cómo es el día a día en una fundición de renombre como Fontsmith? ¿Tiene mucho peso el trabajo en equipo? Es decir, ¿las tipos se diseñan en solitario o en equipo? Háblanos un poco sobre este proceso.

PA: ¿El día a día? Pues me siento un poco como Charlie en la fábrica de chocolate. Es tal y como me había imaginado, o mejor: una empresa en la que la tipografía es tratada con respeto, madurez y profesionalidad. En cuanto al proceso, sí, el trabajo en equipo es importante pero se nos da mucha libertad individual. Normalmente cada uno de los diseñadores trabajamos en paralelo para un proyecto comercial y para una tipo para el catálogo. Con respecto al proyecto comercial, dependiendo de la envergadura del mismo, el equipo puede ser más o menos grande pero es siempre horizontal. La tipo para el catálogo se realiza de manera individual y, aunque tenemos sesiones de revisión en grupo, la decisión final siempre es del diseñador.

RA: Descartas volver a España por ahora, ¿es una decisión meramente tipográfica?

PA: La tipografía siempre forma parte de las decisiones que tomo pero esta en concreto va más allá. He vivido 32 años en España, he tenido trabajos maravillosos y tengo amigos a los que quiero y que me quieren. Pero esa es una vida que ya he vivido. Como no creo en la reencarnación, mudarme —mudarnos, más bien— a Londres y empezar de cero es la única manera de vivir una segunda vida. La muerte es lo único que tenemos asegurado, así que pienso vivir todas las vidas que pueda antes de que ese día llegue. ¿Por qué conformarse con la que nos arrastra al aquí y ahora?