Laia Guarro. Foto: Clara García.
Pasión por aprender, creatividad y actitud son algunos de los valores que definen a Laia Guarro, diseñadora gráfica y editorial nacida en Barcelona. De pequeña quería ser escultora y artista, aunque finalmente se decantó por estudiar Ingeniería Técnica en Diseño Industrial y Diseño Industrial en la escuela Elisava al mismo tiempo que trabajaba en la fábrica de muebles de su familia.
Tras haber montado con un socio La Nevera, en 2013 decide dar el salto a montar su propio estudio, el cual nace con el objetivo de ayudar a personas, empresas e instituciones a comunicarse gráficamente de forma creativa.
Hemos tenido el grandísimo placer de entrevistarla para que nos cuente un poquito más acerca de su estudio, sus comienzos diseñiles y su forma de abordar los proyectos, entre otras cuestiones.
Comencemos por el principio
¿Podrías empezar contándonos cómo fueron tus inicios en el mundo del diseño, y concretamente en el área del diseño editorial?
Mi primer contacto con el diseño editorial llegó de la manera más desafiante posible: me encargaron diseñar una revista desde cero. Nunca había trabajado en un proyecto de esa envergadura, había diseñado catálogos y memorias anuales, pero nunca una revista completa.
La revista era Panenka, una publicación mensual sobre cultura futbolística. Desconocía por completo el mundo editorial, pero en lugar de asustarme, decidí sumergirme de lleno. Me puse a comprar revistas para analizar aspectos como el ritmo, las composiciones de texto, las aperturas, las tipografías… y también me hice con algunos libros clave, como Typomag de Laura Meseguer, Diseño Editorial de GG o Veintidós consejos sobre tipografía de Enric Jardí. Pasé días empapándome de todo lo que configura una revista hasta que, finalmente, empecé a aplicar lo aprendido.
Pliego de la revista Panenka, diseñado por Laia Guarro.
Disfruté muchísimo desarrollando el estilo gráfico: buscando tipografías, creando aperturas, diseñando secciones, creando el estilo de las infografías… volqué todo mi apetito creativo en la revista. Ahora bien, la parte menos idílica fue cuando tuvimos que maquetar el primer número en dos días porque se acercaba el aniversario de ‘aquel’ penalti y la publicación tenía que salir sí o sí. Fue un reto con mayúsculas. Muchas horas, mucha presión y mucho café.
De ahí salieron algunas de mis grandes cagadas profesionales, pero también el mayor aprendizaje. Fue como hacer un máster acelerado en diseño editorial. Meses más tarde, la revista salió al mercado y la presentamos a los premios Laus. ¡Ganamos un bronce!
Pliego de la revista Panenka, diseñado por Laia Guarro.
Y, ¿cómo ha evolucionado tu estilo y tu enfoque en los últimos años? ¿Notas mucho cambio de la Laia de hace diez años a la de ahora?
Definitivamente. Con el tiempo, los proyectos que hacemos en el estudio han ido tomando un estilo propio. Intentamos no seguir modas y apostamos por un diseño atemporal, pero con pinceladas de contemporaneidad.
Ahora abordamos los proyectos con una mirada más reflexiva, siempre partiendo de un concepto, pero añadiendo capas de información y valor. Buscamos la originalidad y, sobre todo, somos conscientes de la responsabilidad que tenemos como diseñadoras. Nuestro trabajo genera impacto y nos interesa fomentar una co-responsabilidad con el cliente.
A nivel metodológico, también he cambiado. Antes me enfocaba más en el resultado final, ahora disfruto del proceso: lanzar ideas, debatirlas en equipo, darle vueltas a los conceptos… He aprendido que el trabajo en equipo no solo mejora los proyectos, sino que también me ha enriquecido muchísimo a nivel personal.
Laia y su equipo en el estudio. Foto: Olga Segura.
No podríamos estar más de acuerdo con lo que comentas, Laia. Disfrutar del proceso en sí mismo y ser consciente de él es una de las cosas que más pueden llegar a enriquecer a un diseñador/a. Centrarse en el resultado final puede conllevar perderse muchos aprendizajes que van implícitos en el work in progress.
Los referentes, un must para todo diseñador y creativo
Otro de los aspectos que más enriquecen a un diseñador/a es sin duda alguna, estar en constante contacto con otros trabajos y referencias, ¿hay algún diseñador/a o estudio que haya sido una gran influencia para ti?
¡Muchísimos! La lista sería infinita. Si tuviera que destacar una creativa, sería Verónica Fuerte, por su capacidad para innovar, su manera de emprender y de crear un estilo propio inconfundible.
A nivel gráfico, me inspiran profesionales como Iban Ramón, Carles Murillo, Lo Siento, Atipus, Dídac Ballester, Bendita Gloria, TwoPoints, Astrid Stavro, Bakoom Studio, Enric Jardí… Y podría seguir.
Y, fuera del diseño, ¿dónde encuentras la inspiración?
La inspiración no aparece de la nada, hay que cultivarla.
Uno de mis momentos favoritos es cuando salgo a caminar, observar, pensar. Ahí mi cabeza empieza a generar ideas sin parar. Siempre llevo una libreta para anotarlas, clasificarlas y esbozarlas. El hecho de bajarlo sobre el papel, me libera la mente para seguir pensando de forma libre. Luego, en el estudio, repaso mis notas y filtro las que realmente encajan.
También he creado un espacio de trabajo que me inspira, donde me siento cómoda y motivada. Un ambiente cálido hace que el proceso creativo fluya mucho mejor.
Pequeño rincón diseñil del estudio. Foto: Clara García.
Donde las idea se gestan: el estudio de Laia Guarro
Definitivamente el espacio de trabajo es uno de los elementos que influencian la forma en la que lo desempeñamos. Hablando de tu estudio, ¿cómo es el día a día allí? ¿Seguís un método o flujo de trabajo que sigáis habitualmente?
El día a día en el estudio es sinónimo de tranquilidad, trabajo en equipo, intimidad, sinergia, paz, risas y, por supuesto, creatividad. Todo esto no sería posible sin una planificación y organización cuidadosa de cada fase del proceso de diseño.
No me gusta trabajar a contrarreloj ni que el equipo tenga que hacer horas extra. Creo que desconectar es fundamental para volver al día siguiente con energía y ganas de afrontar nuevos proyectos.
Laia y su equipo en el estudio. Foto: Olga Segura.
No seguimos un único método, ya que cada proyecto tiene sus particularidades, pero en la mayoría de los casos trabajamos en cuatro fases: estrategia, desarrollo, comunicación y artes finales.
En la estrategia analizamos el proyecto definiendo sus valores, atributos y personalidad. Luego investigamos la competencia y el mercado en general. A partir de ahí, creamos un discurso estratégico para encajar el proyecto en su contexto y definir una línea conceptual sobre la cual trabajar.
Durante el desarrollo, a través del proceso creativo exploramos conceptos narrativos y visuales para sentar las bases del proyecto y así desarrollarlo.
En la fase de comunicación, nos enfocamos en los materiales que rodean el proyecto. Por ejemplo, en una marca, esto incluiría aplicaciones como papelería, catálogos de productos o merchandising.
Y finalmente, la fase de artes finales es muy importante en una publicación, ya que si no se realizan correctamente nos llevaremos sorpresas desagradables. En esta fase me apoyo mucho con mi impresor de confianza, de hecho las hago participes desde el inicio del proyecto.
Proyecto Anònims sense data de caducitat. Foto: Olga Segura.
Nos gusta involucrar al cliente en todo el proceso mediante cuestionarios, reuniones y talleres, porque nadie conoce mejor su empresa y producto que él. Además, solemos crear un contrabrief para asegurarnos de que vamos en la misma dirección.
Siempre confrontamos los proyectos en equipo para obtener distintas perspectivas, debatir y sacar la mejor versión posible. En algunos proyectos trabajamos todas juntas, en otros en parejas o individualmente, pero siempre compartimos avances y dudas para mantener una visión común.
Proyecto Circuito cerrado de vigilancia. Foto: Clara García.
Teniendo en cuenta la forma de trabajar que planteas ¿Cómo afrontas un proyecto editorial desde cero?
Lo primero es leer el material, entender de qué va y decidir qué quiero transmitir con la publicación. Defino sus valores, atributos y personalidad, y empiezo a generar ideas para darle forma al discurso visual y narrativo. Para ello, recojo imágenes, referencias, materiales, pensamientos… Todo va a una carpeta y, poco a poco, la publicación empieza a tomar forma.
Antes de sentarme frente al ordenador, me gusta definir los aspectos matéricos: el formato es clave y debe responder tanto a la función (cómo se va a leer) como al concepto (qué queremos comunicar). También elijo encuadernación, papel, impresión y acabados. Esto me ayuda a tener una idea clara de los costos y del margen con el que contamos.
Después, selecciono las tipografías. Es un proceso largo, sobre todo para el cuerpo de texto, donde prefiero usar fuentes ya probadas. Una vez definido el cuerpo de texto, ancho de columna, interlínea y mancha tipográfica, empiezo a buscar y trabajar los otros elementos de texto, como titulares, entradillas, destacados, buscando siempre una buena jerarquía en la composición de textos.
Por último, paso a la parte gráfica: imágenes, gráficos, infografías… Poco a poco, todo encaja con el discurso visual. Y ahí es cuando ocurre la magia.
¿Qué le aconsejarías a un diseñador/a editorial que esté en sus inicios?
Le diría que sea curiosa hasta la médula, que se haga preguntas, que experimente, se equivoque (mucho) y que no tenga miedo de salir de su zona de confort. Que investigue, desarrolle su propio criterio y no se deje arrastrar por las modas. Las reglas están para conocerlas… y, si hace falta, romperlas con fundamento. También le recomendaría pasar horas en librerías hojeando libros, visitar ferias de publicaciones independientes y, por supuesto, comprar y leer muchos libros.
Laia nos habló de salir de la zona de confort en su ponencia El dulce sabor del fracaso en la última edición de Málaga Type, ¡chequéala si aún no la has visto! No tiene desperdicio alguno.
Ponencia El dulce sabor del fracaso. Foto: Lidia Pinta.
Haciendo balance y teniendo en cuenta toda tu trayectoria como diseñadora, ¿hay algún proyecto que marcó un antes y después en tu carrera?
Sin duda, Panenka. Fue el proyecto, en mayúsculas, que me cambió tanto a nivel profesional como personal. Con Panenka me sumergí de lleno en el diseño editorial, y fue como si me abrieran las puertas a un mundo que ni imaginaba. Estuve casi dos años en ese proyecto, y gracias a la visibilidad de la revista, empezaron a llegar más encargos: otras revistas, nuevos clientes… Pero sobre todo, me dio una confianza tremenda en mí misma.
Ahora, cada vez que me piden algo que nunca he hecho (siempre dentro del campo del diseño gráfico y la dirección de arte), no lo dudo: digo que sí. Me encanta salir de mi zona de confort y probar cosas nuevas.
A nivel personal, Panenka también marcó un antes y un después. Fue ahí cuando conocí a mi actual pareja y padre de mis hijos, César Sánchez, que por aquel entonces era el redactor jefe de la revista.
¿Qué tendencias en diseño editorial te interesan ahora mismo?
En el diseño editorial, una de las cosas que más me llama la atención es cómo cada vez hay más foco en la materialidad de las publicaciones. El papel, el volumen, el olor, el peso… todo eso está jugando un papel importante, tanto a nivel funcional como conceptual. Creo que, después de tanto tiempo frente a las pantallas, hemos desarrollado una necesidad de tocar las cosas, de hojear, de voltear páginas… Es como nuestra manera de rebelarnos.
Proyecto Opticks Interiors. Foto: Lorenzo Mazzega.
Visualmente, las tendencias son un poco como una ola: van de un lado a otro. Pero lo que más me interesa actualmente son las tendencias que buscan constantemente innovar a través de nuevos lenguajes visuales, con tipografías experimentales, composiciones arriesgadas y, en muchos casos, casi imposibles. Algunos ejemplos que me parecen fascinantes son los trabajos de Monica Losada, Lorena Ortiz, y Sergio Lairisa. Me parece muy interesante las propuestas donde se le da valor al proceso y no al resultado final, abrazando el error y dejando que las imperfecciones florezcan.
Finalmente, si tuvieras que quedarte con una única tipografía, un único color y un único papel, ¿cuáles serían?
Simple de Lineto, Coral y Munken Print White de 80 g.
Ha sido un auténtico gustazo desde Rayitas conocer un poquito mejor a Laia, así como su forma de trabajar y referentes. ¡Enhorabuena, Laia, por todo lo conseguido y por muchos proyectos más!