Agnès Varda: «Fotografiar, filmar, reciclar».

Fotografías del catálogo Fotografiar, filmar, reciclar. Realizadas por Lidia Pinta.

Agnès Varda, toda una referente

Agnès Varda (1928 – 2019) marcó un antes y un después en el panorama del cine contemporáneo, propulsando a las venideras generaciones a mirar de otro modo y siendo precursora de movimientos como La Nouvelle Vague. No obstante, reducir a Varda únicamente al ámbito artístico sería un craso error. Varda fue participante activa de la efervescencia social y política propia de su época: el feminismo, el movimiento hippie o la lucha de los Black Panthers formaron parte de sus lucha y reivindicaciones a lo largo de su vida.

«Despertar el deseo de ver», algo tan fundamental y necesario desde cualquier ámbito artístico, pero en específico, en el cine. Y os preguntaréis, queridos lectores, ¿qué tiene que ver esto con el diseño editorial o la tipografía? ¿Con el diseño en general? El año pasado, el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) organizó una exposición desde el 18 de julio hasta el 8 de diciembre de 2024 en donde se mostraba toda su trayectoria y producción, ya que Varda fue multidisciplinar hasta el final de sus días abarcando fotografía y artes plásticas: Fotografiar, filmar, reciclar nos traslada el espíritu vivaz y osado de Agnès Varda a través de sus pertenencias, retratos, películas y carteles.  

Esta exposición fue una ampliación de Viva Varda!, concebida por la Cinémathèque française de París en colaboración con Ciné-Tamaris y con la participación de Rosalie Varda y Mathieu Demy. La curaduría corrió a cargo de Florence Tissot, especialista en cine, con la dirección artística de Rosalie Varda y la asesoría local de la crítica cinematográfica Imma Merino.

En este artículo, os llevo conmigo en un breve pero intenso recorrido por el catálogo de exposición que merece ser compartido y visto. ¡Viva Varda!

Fotografiar, filmar, reciclar

La exposición además de abarcar toda la trayectoria de Agnès Varda, muestra reflexiones y escritos por parte de historiadores/as del arte, críticos y críticas de cine, docentes universitarios, periodistas y críticos culturales.

El catálogo se divide en seis capítulos, dejando el último para realizar una profunda mirada hacia toda su producción cinematográfica. 

A lo largo del mismo, encontraremos que la dinámica utilizada a nivel editorial es la contraposición a través del blanco y del negro, jugando con el bicromatismo como hilo conductor de todas las etapas de la vida de la cineasta. El catálogo sorprende por sus grandes dimensiones, cuya dirección editorial ha sido llevada por Jordi Costa e Inma Merino. Encontramos durante toda la publicación dos tipografías, Life y Clarendon, elegantes y funcionales a partes iguales. La encuadernación es encolada fresada, siendo el papel de muy buena calidad: Munken Lynx de 300 g para cubierta y Magno Natural de 140 g para el interior. 

Adentrándonos en el catálogo y vida de Agnés Varda

El primer capítulo abarca la faceta de Varda en la fotografía. «Por todas partes, Varda y las imágenes». Esta faceta artística fue una de las grandes pasiones de Varda, siendo conquistada previamente por la restauración. Habiendo estudiado en l’École du Louvre, sus principales referencias a la hora de retratar el mundo con su mirada se basaban en la historia de la pintura. En un mundo como el actual en el que vivimos, pararse a mirar, a observar, a contemplar es todo un acto de osadía y de valentía entre todo el bullicio presente.

La fotografía de Varda refleja «ese gusto por la contemplación y el análisis de las imágenes». Por supuesto, esta continua ingesta de historia por parte de Varda no le sirvió únicamente para la fotografía, también influyó en su forma de hacer cine. En la exposición y en el catálogo podemos ser testigos de cómo Varda retrató a artistas que para ella fueron referentes. Sin embargo, lanzo otra reflexión: lo mágico y humano del arte es que todo es un eterno — retorno. Al mismo tiempo, Varda y su alma emprendedora sirvieron (y sirven) de motor para muchos creadores de carácter local. 

El segundo capítulo «Cinescritura, la invención de un estilo» pone de manifiesto el interés y convicción de Agnes sobre la involucración de un cineasta en todos los procesos de realización de una obra cinematográfica. En su libro Varda par Agnès (1994) comparó la cinescritura con la escritura literaria y explicó: 

 «El desglose del guion, los movimientos, los puntos de vista, el ritmo del rodaje y del montaje, se piensan y se sienten como las elecciones que hace un escritor: frases más o menos densas, tipos de palabras, frecuencia de adverbios, párrafos, paréntesis… Todo ello para dar continuidad al relato, para forzarlo, etc. En escritura, lo llamamos estilo. Y, en cine, el estilo es la cinescritura».

No olvidemos que para Agnès Varda fue muy complicado encontrar apoyo financiero para llevar a cabo sus proyectos cinematográficos. Es por ello, que optó por la autoproducción fundando Tamaris (1957-1967) y Ciné-Tamaris (desde 1967), que le permitieron desarrollar todo su potencial creativo.  Eso sí, el camino fue arduo cuanto menos, pero Varda no se dio por vencida en el camino de conseguir una estructura estable con la que poder llevar a cabo sus ideas. 

En el capítulo tres «Las familias de Varda» conocemos un poquito más a fondo que siempre se relacionó de una forma no convencional. A lo largo de su vida tejió relaciones profundas con personas de ámbitos diversos. Destaca su relación con Jacques Demy, siendo una relación «lejos del arquetipo del artista y su musa. Dos cineastas con métodos e imaginarios opuestos que comparten su vida y nunca trabajan juntos». Jacques Demy desapareció en 1990, llevando a Agnès a realizar tres películas en las que explora el duelo: Jacquot de Nantes (1991), Les Demoiselles ont eu 25 (1991), L’Univers de Jacques Demy (1995). 

Su cine se distingue por ser «de tú a tú». Mirar hacia las personas del día a día. Esta dinámica fue implementándola no únicamente en cine de carácter documental, también en la ficción. Buen ejemplo de ello es La Pointe Courte (1954), en la que incluía a gente de la calle. No obstante, la versatilidad y polifacetismo de Varda siempre han sido notorias, y al mismo tiempo trabajó codo con codo con actores profesionales. Sus hijos siempre formaron parte de sus filmaciones. Cualquier escena de la vida cotidiana podía inspirarla a crear y comenzar una nueva producción. Pienso solemnemente que esto debe perdurar en el tiempo. Menos pantallas, más observación. 

Durante el cuarto capítulo «Los viajes de Varda», vemos cómo la cineasta belga supo estar en los lugares indicados para inmortalizar lo que estaba ocurriendo. No faltan en su producción reflexiones sobre aquellas realidades marginalizadas, víctimas de desigualdades de carácter social o económico. En Black Panthers (1968) Agnès Varda dirigió su mirada hacia el movimiento por los derechos civiles en EEUU. Con Lions Love (…and lies) (1969), realizó una inmersión completa en el movimiento hippie y la revolución sexual, en una época en donde cuestiones como la libertad personal y colectiva empezaba a hacerse su hueco sin atender a la norma de ese momento.

Todo ello liga muy bien con el quinto capítulo y el último antes de adentrarnos en su filmografía: «Libre, feminista y alegre». La forma más explícita en la que Varda ha mostrado el compromiso con esta lucha fue en su obra L’une chante, l’autre pas (1976), en donde defiende el libre derecho al aborto, siendo un tema ferviente ya que en ese momento se legalizó la interrupción de manera voluntaria en Francia. 

Por supuesto, el hecho de que Varda fundara su propia productora con el objetivo de poder disponer de cierta independencia económica pone también de manifiesto ese extenuante compromiso con la causa feminista. Al mismo tiempo, todos los vínculos y tejidos de comunidad que fue formando a lo largo de su vida se caracterizaban por poseer un espíritu reivindicativo similar. Durante toda su carrera puso sobre la mesa en determinadas ocasiones el lugar de la mujer en el cine, abogando por el papel que éstas deberían ocupar en él. Trató de mejorar la presencia femenina en una industria principalmente liderada por hombres. Mostró cuerpos femeninos, desnudos, yendo más allá de lo superficial, proponiendo una visión con más matices y compleja de la figura de la mujer. 

Hasta aquí, el catálogo ofrece una visión bastante amplia y desarrollada de los diferentes momentos y creaciones de Agnès. Todo ello en formato vertical, haciendo uso del formato en B&N y por supuesto de la retícula para ofrecer una experiencia compositiva ciertamente dinámica que muestre la versatilidad y riqueza de la producción de la cineasta belga. 

Filmografía

Sin embargo, llama la atención cuando llegamos al apartado de filmografía encontramos que el formato se torna horizontal siendo la naturaleza de la publicación como se ha mencionado, vertical. Esto sí rompe completamente todo lo que llevábamos visto de catálogo. Incluso me gustaría interpretar que este cambio de formato que, por supuesto, atenderá a cuestiones funcionales innatas del diseño, también se debe a ese carácter transgresor propio de Varda.

A partir de aquí encontramos párrafos altamente extensos, haciendo uso de las columnas ocultas de la retícula para formar una sola a nivel visible. A esta maquetación le acompañan fotogramas y fotografías correspondientes a las producciones. 

Para concluir…

Es un catálogo variado pero equilibrado: existen buenas jerarquizaciones entre cuerpo de texto, citas y títulos o encabezados. Sin ostentaciones en elementos de navegación, los números de página cumplen con su función principal y esa dualidad de blancos y negros aporta riqueza conforme vamos navegando por el catálogo. Las portadas que dan comienzo a los capítulos también se tornan dinámicas gracias al uso de los espacios en blanco, el tamaño de la tipografía o el peso de la misma.

Una vez más, podemos ser testigos de cómo un buen uso del diseño editorial permite disponer información de una forma interesantísima, haciendo de este catálogo un buen recuerdo de aquellos que asistieron a la exposición, de un tesoro para quienes no pudieron presenciarla en vivo en directo y ascendiendo a la categoría de «una pieza más de la exposición». Desde aquí, gracias Agnès por tu incansable labor, has sido, eres y serás ejemplo no únicamente para creadores contemporáneos, sino para todas aquellas mujeres que día a día, continuamos haciéndonos hueco en el sector creativo. Con tu lucha recordamos por qué es tan importante, a niveles generales, el feminismo no únicamente en nuestro país, sino en el mundo entero. 

Eterna siempre, Varda.

Fotografías del artículo: Lidia Pinta.