Ya no resulta para nada anecdótica la presencia de perfiles altamente tecnológicos en el universo tipográfico. Podría decir incluso que la figura de Frida Medrano resulta un paradigma de diseñadoras y diseñadores contemporáneos en los que sus amplios conocimientos técnicos (código, UI) por un lado y tipográficos por otro confluyen o, más bien, cristalizan en el diseño y producción de fuentes tipográficas experimentales, generalmente variables, letras que se mueven por toda la extensión de la pantalla, desprejuiciadas y precisas. Pleno siglo XXI.
«La tipografía es un nicho, pero al mismo tiempo es una rama muy amplia. Creo que la mayoría de las personas se van directamente al diseño de letras. En mi caso, al principio fue así, pero después descubrí la tecnología en la tipografía. Desde que estaba en secundaria me atraía el código, incluso actualmente trabajo también como diseñadora UI en San Francisco, así que cuando descubrí que mi pasión por las letras y la tecnología podían convivir, eso me atrapó. De esta manera, empecé a hacer trabajos de investigación relacionados con las tipografías variables cuando en ese entonces, las variables eran algo muy nuevo (los programas de tipografía no podían exportar a variable, no había botones para eso, tenias que usar terminal y código Python). Así fue como hice mi primera tipografía variable, Jabin, y creo que también es la primera tipografía variable creada por una persona (no por una empresa), ya que era algo muy nuevo.»
Gutenberg y las fuentes variables
Jabin juega de algún modo con la misma historia de la tipografía. Usar como modelos nada menos que a Johannes Gutenberg y al calígrafo inglés de los siglos XVII-XVIII George Shelley para experimentar con la tipografía variable puede ser tomado como ambiciosa declaración de intenciones. Casi suena a mensaje trascendente: los tiempos han cambiado y ya nada será igual. «Creo que las tipografías cada vez son más interesantes, se están desprendiendo más de las letras de nuestros antepasados y se van dirigiendo a esta era tecnológica, también gracias a las posibilidades que nos han dado las tipografías variables.»
El viaje tipográfico
Raro es el estudiante de diseño gráfico a quien el encuentro con la tipografía no le supone un impacto, a veces determinante con respecto a su futuro profesional. Por eso es habitual hacer un viaje a través de las distintas disciplinas de las letras, estudiarlas y observarlas desde todas las perspectivas posibles; un viaje cuyo destino es el viaje en sí: el aprendizaje.
«Me empezó a gustar la tipografía cuando, en la universidad, leí un libro sobre la historia del diseño gráfico, y me di cuenta del enorme peso que en él tiene la tipografía. Me interesaron en especial los manuscritos ilustrados, las letras góticas, y diseños de la familia Caslon. Ante este interés aprendí caligrafía online y trataba de replicar lo que veía en mis libros. Después, con el apoyo de un profesor de mi universidad, entré de oyente a sus clases de caligrafía y lettering y pude mejorar mis habilidades y meterme en el mundo del lettering también. En el camino, uno de mis mentores, Santiago Orozco, me enseñó software y producción tipográfica. Así es como realice mi primera tipografía, Kalnia, y mi Jabin, la tipo variable antes mencionada. Después de esto, fui practicante de Petr van Blokland, quien me enseñó todavía más cómo la tecnología puede impulsar el diseño.»
Modos de mirar del siglo XXI
Un viaje que, por supuesto, no tiene final. El presente de la creatividad pasa por ideas como que todo es proceso y no hay ideas definitivas. La tecnología digital produce un movimiento sinergético: los resultados —provisionales— tienden a infinito. Como ya mencioné en el artículo que dedicamos aquí en Rayitas Azules a Beatriz Lozano —otro cruce de caminos entre tecnología y tipografía—, la tecnología trasciende ampliamente su papel de mera herramienta o instrumento y se erige en coprotagonista de un fascinante proceso infinito que está cambiando el modo de mirar en el siglo XXI.
Aprender a leer con tipos variables
«Hice en su momento una investigación acerca de cómo las tipografías variables afectan al branding y al diseño web. Esta fue la investigación que me hizo ganar el SOTA Catalyst Award en 2018, además de poder llevar mi trabajo a conferencias como TypeCon, TypeLab, ATypI, TMX, Letrástica, entre otros. También, por hacer diseño UI, me di cuenta que había un gran potencial y una necesidad de icon fonts, así que realice varias familias de icon fonts para distintos proyectos. Incluso, por ello fui invitada a formar parte del equipo de investigación de See Word —un proyecto de la Universidad de Cincinnati— para crear See Type, una tipografía que ayuda a personas a aprender a leer en que se unen los conceptos de icon font y de fuentes variables.»
No deadlines
«Actualmente, estoy trabajando en dos familias tipográficas, pero no puedo hablar mucho de ellas, solo que una está en la etapa de diseño y la otra en testing y producción. Después de haber trabajado con fuentes de otras personas haciendo solo producción o haciendo solo ajustes de diseño, me he dado cuenta que me gusta realizar tipografías desde el concepto hasta el final, y que no me gusta hacerlo de tiempo completo por ahora. Lo que me ha funcionado es trabajar en proyectos de diseño UI, y desarrollar las ideas que tengo de tipografía a la par, así puedo ponerle más atención a mis proyectos tipográficos sin deadlines, o sin la presión de otras personas.»
Times New Woman
«Un tema en el que me he metido mucho últimamente es la salud mental. Después de haber tenido unos años muy ocupados en el mundo de las letras tuve un burn out. Lo cual me obligó a parar y plantearme qué quería hacer. Me di cuenta que este es un tema muy común en el mundo de la tipografía y el diseño, y encontré otro grupo de mujeres viviendo lo mismo. Junto con ellas creamos Time New Woman, un grupo que es un espacio seguro para el intercambio de conocimiento entre mujeres interesadas en las letras. Pueden encontrarnos en Instagram aquí.»