Fanzines

Fanzines a cascoporro (Foto: Rayitas Azules)

¿Cómo llevas eso de los fanzines? Como diseñador o amante del campo editorial seguro que los has tenido en tus manos en algún evento y te los has querido llevar a casa, protegidos como piezas únicas y valiosas, tal y como haría un pequeñín con una bolsa de chuches, ¿verdad?

Si ha sido así, sigue leyendo. Y, si no, también, que hemos traído a un invitado especial para que te cuente un poquito sobre esto de los fanzines. ¿Sabes? Es que nos hemos venido arriba y hemos pensado que algunas conversaciones entre amigos y también compañeros del sector deberían traspasar el cristal de las cañejas y tener cabida en Rayitas azules. Sin más dilación, ¡os presentamos a Mon Magán!

Este personaje del mundo diseñil es creativo editorial, escritor y fotógrafo. Vamos, que más fanzinero no puede ser. En este campo, ha publicado los fotolibros Lorem ipsum (2015) y Anna Love. Una historia en imágenes (2014). Además, ha editado, desde 1996 hasta 2005, el fanzine El Virus Púrpura y, más tarde, desde 2008 a 2014, el metafanzine Pez. Y, por si no fuese poco, ha codirigido el que quizá sea el único documental sobre fanzines que se ha realizado en nuestro país. Se trata de Grapas  que, fíjate por dónde, cumple cinco años. ¡Y qué bien se conserva!

Así que, os dejamos con Mon para que os cuente acerca de los límites de lo que se considera fanzine.

¿Qué es un fanzine?

Aunque despiertan una gran cantidad de simpatías, los fanzines  son vistos como una suerte de monstruitos extraños. Los recién llegados al formato suelen mostrarse un poco desconcertados al sondear los límites entre los fanzines, la autoedición y esas otras publicaciones más indies, pero que ya se encuentran dentro de la industria. Es tarea harta complicada normalizar estas líneas, sobre todo porque se han ido moviendo y fusionando en el paso del tiempo gracias a los avances en las tecnologías. Este post intenta clarificar un poco ese dilema eterno.

Gato negro, gato blanco

En Gato negro, gato blanco nº 3 (2000) editado por Juarma, podemos ver la técnica del recorta y pega en estado efervescente.

La definición clásica, que se nos queda extremadamente corta, reza que un fanzine es una publicación realizada por aficionados. Tan limitada es, que deja fuera los condicionantes económicos y el de finalidad, que son capitales. Así, un fanzine está hecho por aficionado o no a algo, pero sobre todo está hecho desde la ausencia de una búsqueda de rentabilidad económica, o al menos no es la primera finalidad como en una publicación comercial. Se puede intentar recuperar pasta para una nueva edición o sacar para invitar a cañas a los participantes, pero no hay una pretensión de pagar la hipoteca con ello. Lo importante es publicar, sacar fuera todo lo que hay que decir. En todo eso, comulga con otras actividades creativas como rodar cortometrajes o hacer un grupo de música (entiéndase un grupo en 2017).

Al carecer de condicionantes el fanzinero se expresa con total naturalidad. El autoeditor, por su parte, pretende profesionalizarse y vivir de su trabajo creativo.

La segunda parte de la ecuación que quedaba fuera de la definición clásica es la independencia. Es decir, se omitía que el fanzinero intenta publicar siendo lo más coherente, honesto y sincero con sí mismo. Al carecer de condicionantes económicos, pero también sociales y culturales (ya que es consciente de que lo que hace no va a ningún lado), solo queda expresarse con total naturalidad. Tal cual. Por eso algunos de los clichés al hablar del género son la frescura y la originalidad. Y por ello la evidente conexión con el mundo artístico más alejado del mercado del arte.

Gansters Pere sager

Gansters (2007) publicado por Pere Sager utiliza el collage de tipografías y fotos como técnica creativa.

El mito del recorta y pega fotocopiado ya quedó practicante descartado. Hoy en día se imprime mediante láser que, aunque sea monocromo, muestra todo un universo con la escala de grises, más allá del blanco y negro sin matices de la fotocopiadora clásica ochentera. El acceso a unas mejores técnicas de impresión ha posibilitado más recursos estéticos fuera del alto contraste del monotono, la calidad ha aumentado espectacularmente, pero la impresión en color para los trabajos más independientes y de bajo coste sigue siendo una barrera infranqueable, por su precio. Aun así cada vez se edita más en color o de una forma mixta.

Hey Hey Hey! net art

Hey Hey Hey! (2011) aplica técnicas de representación cercanas al net art.

Autoedición: los prozines

Sin embargo, podríamos diferenciar lo anterior de un segmento de publicaciones que tienen una finalidad principalmente promocional y de crecimiento laboral. Son los trabajos editados por gente que quiere acabar escribiendo, dibujando o publicando fotos en los llamados medios serios o las editoriales mainstream, es decir, que de alguna manera pretenden profesionalizarse y vivir de su trabajo creativo.

Las revistas “de modernos” dan entrada a temas que no tenían cabida en la edición mainstream

A este segundo grupo podríamos denominarlo autoedición, aunque también se les puede conocer como prozines. Y lo hacemos porque su finalidad ya es diferente, y con ello cambiarán también otros condicionantes. Estos harán que se preocupen por el lenguaje, la técnica o la forma de llevar eso al papel. Ellos son los que pagan impresiones de más alta calidad, además de que algunos también subcontratan a correctores o profesionales que tutoricen sus trabajos antes de sacarlos en papel. Aquí tenemos ejemplos tanto colectivos como individuales y, sobre todo, en los últimos años se han incorporado toda una avalancha con el mundo del fotolibro y el fotozine.

Adobo

Adobo (2012) es un buen ejemplo de como un prozine puede estar bien hecho y conservar la actitud

Aromatizados: revistas indie

En el último grupo estarían los que podríamos llamar editores indies que, a través de un diseño muy cuidado, unos contenidos originales y muy bien elaborados, buscan lanzar productos comerciales, con un objetivo económico, pero utilizando un tono y estética más fresca, innovadora o creativa. Al tiempo que se da entrada a temas e historias que no solían tener cabida en la edición más mainstream. Son lo que conocemos como revistas de modernos o libros cool. Productos de marketing con apariencia de vanguardia y originalidad. En este terreno se están editando verdaderas maravillas y se está posibilitando paso a paso una tímida profesionalización del sector.

La holandesa Ordinary aglutina un poco de fanzine, un pizca de fotozine y una “mijilla” de revista de modernos. ¡Toma ya!

Esperamos que con este post te haya picado el gusanillo del coleccionismo fanzinero. ¡Cuidado! Que “cuando haces pop ya no hay stop”, compañero de fatigas editoriales. Si conoces o elaboras fanzines (o sus derivados), ya sabes a quién silbar.


Mon Magán